Todavía no ha sido posible encontrar una explicación sólida que fije ni siquiera la época en que murieron, ni en qué circunstancias. Además, han aflorado silos y numerosas galerías y cimientos.
En las últimas horas han aparecido en la Plaza Mayor de Guadalajara hasta cuatro esqueletos, tres de adultos y el correspondiente a un niño de unos diez años de edad.
Hasta el momento no se dispone de una versión definitiva que pueda explicar con seguridad cómo llegaron allí, pues ni siquiera es posible conseguir suposiciones unánimes a la hora de datar los restos. Así, mientras el técnico de patrimonio del Ayuntamiento, Pedro José Pradillo, sitúa los enterramientos en la transición de la Guadalajara musulmana a la cristiana (finales del siglo XI), los técnicos que están participando directamente en el seguimiento de las excavaciones rebajan considerablemente las expectativas, aproximando las muertes a un tiempo mucho más contemporáneo.
A última hora de la tarde de ayer aún se mantenían en su localización original los esqueletos de los tres adultos, personas aparentemente de fuerte complexión. La osamenta del niño fue levantada con mayor rapidez, por lo que no figura en el reportaje fotográfico que acompaña esta información. Sea como fuere, sí se da el hecho curioso de que los tres desconocidos fueron enterrados en paralelo y con sus cabezas orientadas a poniente, circunstancia que habrá que valorar si es casual o tiene alguna significación que pueda ayudar a desentrañar el misterio de estos cuerpos.
El perfil de la antigua plaza, al descubierto
Por lo demás, las obras de excavacion de la Plaza Mayor han permitido ya redescubrir su trazado originario. En efecto, aun siendo durante siglos el lugar más transitado de la ciudad, hasta los comienzos del siglo XVII se trataba de una plaza mucho más pequeña de como la conocemos en la actualidad. Fue en 1598 cuando el Concejo decidió ensancharla, acometiendo para ello la demolición de los edificios que la cerraban por su cara norte. A esas casas corresponden las grandes bodegas que han aflorado ahora, así como los muros de parte de la cimentación.
Asimismo, horadados en el légamo, pueden observarse varios silos de cuidada ejecución. Pensados para el almacenamiento del grano a prueba de las humedades tan habituales en el subsuelo de la zona, debieron cumplir bien esa primera función, para pasar a ser usados posteriormente como destino de los utensilios inservibles, practicamente "basureros" domésticos, como prueban los restos de cerámica árabe hallados en alguno de ellos, incluida alguna pieza de notable factura.
Las excavaciones que se están realizando en la actualidad son las correspondientes al exigido estudio arqueológico de la Plaza Mayor, sobre el que trabajan un arqueólogo de la empresa que construirá el futuro parking y otro de la Junta de Comunidades, cuya Consejería de Cultura es la responsable última de dilucidar si entre los restos afloran elementos que deban calificarse como patrimonio arqueológico y, por tanto, conservarse. Por el momento, todas las operaciones realizadas se han limitado a excavar, documentar fotográfica y cartográficamente y seguir avanzando.
La iglesia que se suponía ocupaba parte del subsuelo de la plaza no se encuentra; presumiblemente, sus cimientos han de permanecer enterrados, pero más desplazados, hacia la esquina que ocupa el inicio de la calle Miguel Fluiters. Es probable que su hallazgo deba quedar para otra ocasión.
Autor: Augusto González
Fuente: La Crónic@ de Guadalajara
Publicado: 13/03/2009
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