El equipo de arqueólogos de Toletum Visigodo ha documentado un pequeño, pero valioso hallazgo, que evidencia que la gran parte de los “tesoros” visigodos como el de Guarrazar, pudieron ser confeccionados en la Ciudad Regia de Toledo y sacados in extremis a partir del año 711 d.C. durante la ocupación musulmana.
La pieza es indiscutiblemente de la época visigoda. Se trata de un pendeloque, o lo que es lo mismo, una piedra preciosa engarzada con oro. Aunque está por determinar, es más que probable que se trate de un zafiro o cristal de roca que habría pertenecido a un pinjante (joya con plata u oro colgante). Por sus características podría haber formado parte de una corona votiva semejante a las existentes de las monarquías de Suintila (621-631) o Recesvinto (653-672).
Está perfectamente comprobado que al entrar los musulmanes en Toledo, encontraron una serie de coronas votivas que los reyes visigodos habían ido donando a la Iglesia. Estas joyas se colgaban de los altares, según una costumbre bizantina que siguieron los emperadores Justiniano y Mauricio, entre otros. Los clérigos visigodos, para preservar los tesoros de las manos de los invasores, las sacaron y escondieron fuera de Toledo, como ocurrió con las que estaban en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces, en Huertas del Guarrazar, descubiertas casualmente en 1858.
La técnica de fabricación de las coronas votivas es muy variada. La mayoría está formada por dos láminas de oro curvadas y unidas por una bisagra, con decoración repujada de roleos vegetales, círculos con rosetas o con triángulos calados. En otras ocasiones, las incisiones y grabados se combinan con relieves en las que se incrustan gemas de diversas formas. Siempre hay filas de perlas o pedrería colgante en el borde inferior.
En el arte visigodo se da otro tipo de coronas que tiene forma de enrejado con barrotes huecos empalmados mediante cápsulas con piedras preciosas. Estas coronas se suspenden con cadenas unidas en una macolla de dos azucenas. Se complementan con cruces que colgarían del centro y de cuyos brazos suelen nacer colgantes como el hallado en la Vega Baja.
La pieza encontrada podría pertenecer a cualquiera de estos tipos, pero por sus características es probable que correspondiera a la última variante. Su hallazgo viene a demostrar que la mayor parte de los tesoros visigodos descubiertos hasta el momento fueron construidos por los maestros orfebres de Toledo y sacados precipitadamente de la ciudad regia.
Fecha de publicación: 21/03/2009
Fuente: http://www.toletumvisigodo.eu
La pieza es indiscutiblemente de la época visigoda. Se trata de un pendeloque, o lo que es lo mismo, una piedra preciosa engarzada con oro. Aunque está por determinar, es más que probable que se trate de un zafiro o cristal de roca que habría pertenecido a un pinjante (joya con plata u oro colgante). Por sus características podría haber formado parte de una corona votiva semejante a las existentes de las monarquías de Suintila (621-631) o Recesvinto (653-672).
Está perfectamente comprobado que al entrar los musulmanes en Toledo, encontraron una serie de coronas votivas que los reyes visigodos habían ido donando a la Iglesia. Estas joyas se colgaban de los altares, según una costumbre bizantina que siguieron los emperadores Justiniano y Mauricio, entre otros. Los clérigos visigodos, para preservar los tesoros de las manos de los invasores, las sacaron y escondieron fuera de Toledo, como ocurrió con las que estaban en el cercano monasterio de Santa María de Sorbaces, en Huertas del Guarrazar, descubiertas casualmente en 1858.
La técnica de fabricación de las coronas votivas es muy variada. La mayoría está formada por dos láminas de oro curvadas y unidas por una bisagra, con decoración repujada de roleos vegetales, círculos con rosetas o con triángulos calados. En otras ocasiones, las incisiones y grabados se combinan con relieves en las que se incrustan gemas de diversas formas. Siempre hay filas de perlas o pedrería colgante en el borde inferior.
En el arte visigodo se da otro tipo de coronas que tiene forma de enrejado con barrotes huecos empalmados mediante cápsulas con piedras preciosas. Estas coronas se suspenden con cadenas unidas en una macolla de dos azucenas. Se complementan con cruces que colgarían del centro y de cuyos brazos suelen nacer colgantes como el hallado en la Vega Baja.
La pieza encontrada podría pertenecer a cualquiera de estos tipos, pero por sus características es probable que correspondiera a la última variante. Su hallazgo viene a demostrar que la mayor parte de los tesoros visigodos descubiertos hasta el momento fueron construidos por los maestros orfebres de Toledo y sacados precipitadamente de la ciudad regia.
Fecha de publicación: 21/03/2009
Fuente: http://www.toletumvisigodo.eu
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