jueves, 4 de noviembre de 2010

Una mutación ocurrida hace 100 millones de años marcó la evolución

¿Una mutación genética es siempre un fallo de la naturaleza? Si las consecuencias no son dramáticas para quienes la sufren, no tiene porqué. Al contrario, un pequeño cambio, una casualidad o un error en el código de barras biológico puede permitir que el mundo sea variado y generoso. Una nueva investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) muestra cómo la diversidad biológica y la evolución en el planeta pueden ser fruto de un «error» genético.

Científicos de la Universidad de Leeds han descubierto que una mutación ocurrida hace más de 100 millones de años llevó a las flores a desarrollar sus órganos sexuales, masculinos y femeninos, de diferentes formas, algo que ha marcado de forma manera importante su forma de reproducirse.

En un determinado número de plantas, el gen involucrado en la «fabricación» de órganos femeninos y masculinos se duplicó para crear dos copias muy similares. Por ejemplo, en la variedad Arabidopsis, un género de plantas herbáceas, una copia se encarga de hacer las partes femeninas y masculinas de la flor, pero la otra asume un rol completamente nuevo: hace añicos las vainas de semillas abiertas. Por el contrario, en las plantas conocidas como Boca de dragón (género Antirrhinum), ambos genes están relacionados con los órganos sexuales. Una copia desarrolla principalmente las partes femeninas -aunque también desempeña un pequeño trabajo en las masculinas-, pero la otra sólo puede hacer flores masculinas.

«Las bocas de dragón están en la cúspide de la división del trabajo entre los dos genes para hacer órganos masculinos y femeninos, un momento clave en el proceso evolutivo", explica el investigador Brendan Davies, de la facultad de Ciencias Biológicas de Leeds. «Más genes con diferentes funciones producen un organismo más complejo y abren la puerta a la diversificación y la creación de nuevas especies», apunta.

Tras realizar el árbol evolutivo de diferentes plantas con flores, los investigadores ha calculado que la duplicación de genes ocurrió hace 120 millones de años. Pero la mutación de cómo las flores utilizan este gen extra ocurrió 20 millones de años después.

UN MUNDO PERFECTO, UN MUNDO ABURRIDO
Los investigadores creen que el uso diferente del gen en cada planta se debe a un aminoácido. Aunque los genes son muy parecidos, las proteínas que codifican no siempre tienen este aminoácido en cuestión. Cuando está presente, la actividad de la proteína está limitada a fabricar sólo partes masculinas. Cuando no está, la proteína es capaz de relacionarse con otras proteínas implicadas en la producción de flores, lo que le permite sacar adelante ambas partes masculinas y femeninas.

«Una pequeña mutación en los genes engaña a la maquinaria de la planta para insertar un aminoácido extra, y este pequeño cambio ha creado una gran diferencia en cómo las plantas controlan sus órganos reproductivos», explica el profesor Davies. «Esto es evolución en marcha, aunque no sabemos todavía si esta mutación ha llegado a su final o si conduce a nuevas complejidades».

A su juicio, la investigación es «un ejemplo excelente de cómo una imperfección ha producido chispas en el cambio evolutivo. Si viviéramos en un mundo perfecto, sería todo mucho menos interesante, sin diversidad y sin posibilidad del desarrollo de nuevas especies».

Autor: J. de J.
Fuente: ABC Periódico Electrónico S.A.
Fecha: 20/10/2010

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