miércoles, 20 de octubre de 2010

Las 328 tumbas del claustro de la catedral

Es la última necrópolis de Pamplona y la mayor, con más de 6.500 enterramientos de distintas épocas, restos que aportarán reveladores datos, una radiografía de la ciudad y sus habitantes. Lo dice Mercedes Unzu, arqueóloga que dirige la excavación en el claustro de la catedral de Pamplona, donde ya se han revisado 70 de las 328 tumbas situadas en el subsuelo del patio gótico.

La protección de los capiteles del sobreclaustro y la retirada de los restos humanos son los primeros pasos de un proyecto mucho más complejo que contempla la restauración del conjunto, sobre todo por el avanzado deterioro de la piedra. El Instituto de Patrimonio Histórico Español (IPHE) del Ministerio de Cultura, aporta varias razones en el diagnóstico: por un lado una restauración de mediados del siglo pasado en la que se aplicó un producto que no dejó respirar correctamente a la piedra; por otro la humedad generalizada del entorno, pero apuntan también a los enterramientos, debido a que los restos humanos producen muchas sales y fosfatos.

La intervención arqueológica comenzó en junio y concluirá en diciembre. En este tiempo se han excavado todas las tumbas de la crujía oeste, la zona que más humedad concentra, y desde el 26 de agosto actúan en la norte. Javier Aizpún, canónigo y delegado de Patrimonio de la Diócesis, asegura que la actuación es ya evidente en el aspecto de la zona excavada. "La piedra del suelo presenta un tono más claro que el resto, ya no hay tanta humedad", dice.

Cinco arqueólogos de la empresa Trama trabajan a diario en el patio gótico. Les dirige Mercedes Unzu. Considera un privilegio el proyecto, "porque se trata de la última necrópolis de la ciudad y porque la tarea a cubierto es algo poco habitual para un arqueólogo. De hecho, escapar a la merced de la climatología les permite ajustar mejor el calendario previsto y de esta forma saben que, salvo hallazgos muy imprevistos, en Navidad las cuatro crujías estarán ya excavadas.

Los enterramientos son de varias épocas, desde el siglo VI, en el prerrománico, hasta comienzos del XIX. El suelo del claustro cuenta desde el siglo XVIII con un encajonado que lo divide en 328 tumbas, de 1,20 por 0,60 metros cada una. Mercedes Unzu resume la tarea realizada hasta el momento y subraya que las sepulturas están colmatadas, llenas de restos. Calculan que hay unos 20 individuos por cajón, pero apenas dos con conexión anatómica.

En todos los casos los restos serán reubicados en otros recintos de la misma catedral. "Se trata de pamploneses que descansan en la catedral como seguramente fue su deseo y hay que respetarlo", apunta Mercedes Unzu rescatando la frase que le trasladó Javier Aizpún.

Pero los cuerpos con conexión anatómica se analizan ya en un laboratorio adecuado en la misma catedral, y después se trasladarán al Museo de Navarra. Los expertos entienden que ofrecerán datos importantes sobre la sociedad pamplonesa de diversas épocas. Mercedes Unzu va más allá y asegura que muchos de esos restos anónimos podrán tener nombres y apellidos, porque los datos de los enterramientos, al menos de varios, se conservan en el archivo de la parroquia de San Juan Bautista, templo que se situaba dentro de la misma seo. De hecho, avanza que ya se ha localizado a 57 familias que tenían sepulturas en el claustro.

El 22,6%, infantiles
Entre los 179 restos con conexión anatómica hallados hasta el momento, 39 son infantiles, el 22,6% del total, un porcentaje elevado, acorde con la tasa de mortalidad infantil de las distintas épocas.

Los restos aportarán información diversa y para descifrarla, calibrarla y catalogarla los expertos reparan también en la patología que presentan los restos: se encuentran con vértebras soldadas por la tuberculosis, con huesos "limados" consecuencia de las artrosis, posibles tumores y también signos de violencia en algunos cráneos golpeados. Los restos revelan cómo murieron estos pamploneses, pero también cómo vivieron. Por ejemplo, los canales en los dientes son propios de las costureras que continuamente paseaban por ellos el hilo; las deformaciones en las rodillas denotan oficios con cuerpos de cuclillas... Toda la información se documentará en la memoria, en la que también se trabaja conforme avanzan las excavaciones.

Los cuerpos no están enterrados con ajuar, de modo que únicamente se han encontrado algunos anillos y medallas "sencillas". Pero los arqueólogos detallan otras curiosidades, como un cuerpo con un plato de ánimas, recipiente que se depositaba repleto de sal.

Mercedes Unzu reconoce que el trabajo resulta en ocasiones monótono por las dimensiones de la necrópolis, pero al mismo tiempo privilegiado por el entorno y por ser testigo de la última gran radiografía de la ciudad. Para iniciar la excavación han debido de levantar las pesadas losas de las tumbas con ayuda de un elevador eléctrico. El recinto recupera después su aspecto original y en él se integrarán los columbarios para devolver al claustro su función funeraria.

Fuente: Navarra
Fecha: 03/10/2010

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