Un lote aproximado de 50 piezas, compuesto por objetos rituales prehispánicos y vasijas coloniales, entre ellas porcelana de las dinastías Ming y Ching, así como un decena de entierros humanos, forman parte de los hallazgos registrados debajo del Palacio de Bellas Artes, durante las excavaciones hechas por la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
Lo anterior fue informado por el investigador Miguel Hernández Pérez, coordinador del proyecto arqueológico, al hacer un balance de los objetos descubiertos a lo largo de casi un año durante las excavaciones hechas en el subsuelo del palacio de mármol, mismas que concluirán esta semana y que se realizan a la par de los trabajos de rehabilitación de las instalaciones hidráulicas y construcción de cisternas externas del recinto cultural.
El arqueólogo indicó que las osamentas humanas y antiguos objetos, se suman a los hallazgos de los restos de elementos arquitectónicos que a finales de 2009 se habían detectado, y que van desde la época prehispánica hasta finales del siglo XIX y principios del XX, entre ellos los del Convento de la Visitación de María Santísima que existió en el lugar en el siglo XVII.
Hernández Pérez detalló que en el sitio donde ahora se encuentra el Palacio de Bellas Artes existió un pequeño asentamiento mexica, pertenciente al barrio de Moyotlán. En esta zona había canales que formaban parte de un complejo sistema hidráulico, con el cual los tenochcas le ganaron terreno al lago para posteriormente crear las chinampas para el cultivo de diferentes productos.
Fue en esta zona, dijo, donde se encontraron gran cantidad de figurillas, vasijas, sellos, sahumadores, platos trípodes, ollas, jarras, cajetes, molcajetes, cazuelas, un besote de obsidiana, silbatos, una punta de coa, el fragmento de un brasero decorado y otras piezas que formaban parte de ofrendas para rituales agrícolas. La mayoría del material corresponde a los tipos Aztecas II y III y Rojo Texcoco, es decir corresponden a la última etapa del periodo prehispánico, antes de la Conquista, detalló el arqueólogo.
En cuanto a los hallazgos de la época colonial, Miguel Hernández dijo que al empezar a excavar el lado oriente del predio, se localizaron vestigios del convento que existió en el lugar en el siglo XVII. "Encontramos uno de los cuatro patios del con restos de sus columnas, y vestigios de otras tres habitaciones con pintura mural realizada al temple, con colores rojo y blanco, con un decorado de grecas renacentistas, entre platerescas y barrocas, escudos con ángeles tenantes, motivos vegetales y zoomorfos, medallones con imágenes de santos de la orden franciscana y los monogramas de Jesús y María".
También, dijo, se halló una fuente octagonal decorada con azulejos blanco y azul, con una pila cuadrangular, que pertenece a la última etapa del convento, así como las bases de columnas de tipo toscano que delimitaban una parte del patio. Igualmente, se localizó el piso original del convento, el cual presentaba una renivelación de entre 60 y 70 centímetros, que fue hecho para evitar las inundaciones tan frecuentes en esa época.
El arqueólogo del INAH, abundó que en las cercanías al Eje Central, se descubrieron 10 entierros que datan de finales de la Colonia. "Ocho de éstos estaban encalados, lo que sugiere que murieron a causa de alguna epidemia, y para evitar su propagación los cubrieron con cal.
“Cuando el convento se fraccionó, la iglesia siguió funcionando durante pocos años, época en que las familias adineradas acostumbraban enterrar a sus muertos en el atrio de la iglesia o en el interior de la misma."
"Los esqueletos corresponden tanto a infantes como adultos, y algunos de ellos portaban crucifijos de metal y cuentas de rosarios", abundó, al referir que el estudio de los restos estará a cargo del antropólogo físico Miguel Silva Magaña, cuyos resultados permitirán determinar con exactitud aspectos como el sexo de los individuos, las edades, y obtener datos de enfermedades y posibles causas de muerte. También se analizará la cal en donde se quedaron las improntas de rosarios y restos de textiles, para confirmar si las personas murieron por alguna epidemia.
En lo que respecta al material cerámico encontrado, el arqueólogo Miguel Hernández apuntó que se registraron alrededor de 50 piezas completas, entre platos, tazas, bacines, cucharas. "Algunos platos de las monjas llevan su nombre, también hay porcelana oriental traída de China, de las dinastías Ming y Ching, mayólicas poblanas y de la ciudad de México de muy buena calidad y material de uso doméstico, como jarras y cazuelas".
Por otra parte, el investigador del INAH explicó que en la segunda mitad del siglo XIX, el convento se fraccionó y lo único que conservó su forma fue la nave de la iglesia convertida en fábrica de seda y tintorería.
"De esta etapa constructiva se recuperaron restos de pilastras con diseños geométricos en colores rojo y blanco, una red de canales en ladrillo y cantera, herramientas y parte de los muros de un taller de cerámica de loza fina blanca, empedrados y pisos de argamasa, escalonamientos y restos de algunos muros con pintura roja, los cuales fueron parcialmente demolidos cuando se construyó el Palacio de Bellas Artes".
Por su parte, Patricia García Navarro, especialista en arqueozoología y arqueobotánica, realiza el estudio de los huesos encontrados de animales bovinos y porcinos, que ayudarán a saber el uso que se le daba a estos ejemplares, la mayoría de consumo y algunos como animales de compañía. "Particularmente son vacas, caballos, gallinas, perros, gatos, borregos, cabras, venados y chivos". Hernández Pérez abundó que las piezas halladas, tanto prehispánicas como coloniales, se encuentran actualmente en proceso de análisis y registro, a cargo de los arqueólogos Juan Carlos Campos, Montserrat Alavez, Félix Ríos Soriano y Alejandro Isaac Romero.
Mientras que la pintura mural y los restos arquitectónicos fueron protegidos y cubiertos nuevamente, luego de un meticuloso registro fotográfico que servirá para conocer con mayor detalle las modificaciones históricas y culturales de este predio.
Fuente: El Economista
Fecha: 20/07/2010
Lo anterior fue informado por el investigador Miguel Hernández Pérez, coordinador del proyecto arqueológico, al hacer un balance de los objetos descubiertos a lo largo de casi un año durante las excavaciones hechas en el subsuelo del palacio de mármol, mismas que concluirán esta semana y que se realizan a la par de los trabajos de rehabilitación de las instalaciones hidráulicas y construcción de cisternas externas del recinto cultural.
El arqueólogo indicó que las osamentas humanas y antiguos objetos, se suman a los hallazgos de los restos de elementos arquitectónicos que a finales de 2009 se habían detectado, y que van desde la época prehispánica hasta finales del siglo XIX y principios del XX, entre ellos los del Convento de la Visitación de María Santísima que existió en el lugar en el siglo XVII.
Hernández Pérez detalló que en el sitio donde ahora se encuentra el Palacio de Bellas Artes existió un pequeño asentamiento mexica, pertenciente al barrio de Moyotlán. En esta zona había canales que formaban parte de un complejo sistema hidráulico, con el cual los tenochcas le ganaron terreno al lago para posteriormente crear las chinampas para el cultivo de diferentes productos.
Fue en esta zona, dijo, donde se encontraron gran cantidad de figurillas, vasijas, sellos, sahumadores, platos trípodes, ollas, jarras, cajetes, molcajetes, cazuelas, un besote de obsidiana, silbatos, una punta de coa, el fragmento de un brasero decorado y otras piezas que formaban parte de ofrendas para rituales agrícolas. La mayoría del material corresponde a los tipos Aztecas II y III y Rojo Texcoco, es decir corresponden a la última etapa del periodo prehispánico, antes de la Conquista, detalló el arqueólogo.
En cuanto a los hallazgos de la época colonial, Miguel Hernández dijo que al empezar a excavar el lado oriente del predio, se localizaron vestigios del convento que existió en el lugar en el siglo XVII. "Encontramos uno de los cuatro patios del con restos de sus columnas, y vestigios de otras tres habitaciones con pintura mural realizada al temple, con colores rojo y blanco, con un decorado de grecas renacentistas, entre platerescas y barrocas, escudos con ángeles tenantes, motivos vegetales y zoomorfos, medallones con imágenes de santos de la orden franciscana y los monogramas de Jesús y María".
También, dijo, se halló una fuente octagonal decorada con azulejos blanco y azul, con una pila cuadrangular, que pertenece a la última etapa del convento, así como las bases de columnas de tipo toscano que delimitaban una parte del patio. Igualmente, se localizó el piso original del convento, el cual presentaba una renivelación de entre 60 y 70 centímetros, que fue hecho para evitar las inundaciones tan frecuentes en esa época.
El arqueólogo del INAH, abundó que en las cercanías al Eje Central, se descubrieron 10 entierros que datan de finales de la Colonia. "Ocho de éstos estaban encalados, lo que sugiere que murieron a causa de alguna epidemia, y para evitar su propagación los cubrieron con cal.
“Cuando el convento se fraccionó, la iglesia siguió funcionando durante pocos años, época en que las familias adineradas acostumbraban enterrar a sus muertos en el atrio de la iglesia o en el interior de la misma."
"Los esqueletos corresponden tanto a infantes como adultos, y algunos de ellos portaban crucifijos de metal y cuentas de rosarios", abundó, al referir que el estudio de los restos estará a cargo del antropólogo físico Miguel Silva Magaña, cuyos resultados permitirán determinar con exactitud aspectos como el sexo de los individuos, las edades, y obtener datos de enfermedades y posibles causas de muerte. También se analizará la cal en donde se quedaron las improntas de rosarios y restos de textiles, para confirmar si las personas murieron por alguna epidemia.
En lo que respecta al material cerámico encontrado, el arqueólogo Miguel Hernández apuntó que se registraron alrededor de 50 piezas completas, entre platos, tazas, bacines, cucharas. "Algunos platos de las monjas llevan su nombre, también hay porcelana oriental traída de China, de las dinastías Ming y Ching, mayólicas poblanas y de la ciudad de México de muy buena calidad y material de uso doméstico, como jarras y cazuelas".
Por otra parte, el investigador del INAH explicó que en la segunda mitad del siglo XIX, el convento se fraccionó y lo único que conservó su forma fue la nave de la iglesia convertida en fábrica de seda y tintorería.
"De esta etapa constructiva se recuperaron restos de pilastras con diseños geométricos en colores rojo y blanco, una red de canales en ladrillo y cantera, herramientas y parte de los muros de un taller de cerámica de loza fina blanca, empedrados y pisos de argamasa, escalonamientos y restos de algunos muros con pintura roja, los cuales fueron parcialmente demolidos cuando se construyó el Palacio de Bellas Artes".
Por su parte, Patricia García Navarro, especialista en arqueozoología y arqueobotánica, realiza el estudio de los huesos encontrados de animales bovinos y porcinos, que ayudarán a saber el uso que se le daba a estos ejemplares, la mayoría de consumo y algunos como animales de compañía. "Particularmente son vacas, caballos, gallinas, perros, gatos, borregos, cabras, venados y chivos". Hernández Pérez abundó que las piezas halladas, tanto prehispánicas como coloniales, se encuentran actualmente en proceso de análisis y registro, a cargo de los arqueólogos Juan Carlos Campos, Montserrat Alavez, Félix Ríos Soriano y Alejandro Isaac Romero.
Mientras que la pintura mural y los restos arquitectónicos fueron protegidos y cubiertos nuevamente, luego de un meticuloso registro fotográfico que servirá para conocer con mayor detalle las modificaciones históricas y culturales de este predio.
Fuente: El Economista
Fecha: 20/07/2010
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