La leyenda convirtió a Arturo –que quizá fue un caudillo britano del siglo V– en un poderoso rey que presidía la fabulosa corte de Camelot. Tras su muerte a manos del traidor Mordred, el mito cuenta que fue llevado a la misteriosa isla de Avalón, desde donde algunos creían que volvería algún día.
En el siglo XII, la leyenda consagró a Arturo como el brillante soberano de una corte fabulosa, que se convirtió en el emblema de la caballería medieval. Uno de los episodios más fascinantes del mito es la muerte del rey: herido mortalmente en su enfrentamiento con Mordred, Arturo fue trasladado a la isla de Avalon, un lugar paradisíaco que evoca las creencias celtas sobre el más allá. El rey Arturo es, ante todo, un personaje de perfil mítico y de un extraordinario prestigio novelesco. Sin embargo, no fue un rey, sino un destacado guerrero que en los últimos años del siglo V batalló con singular coraje contra los anglosajones que llegaban como invasores a Inglaterra. Transformado en leyenda, Arturo se convirtió en un magnífico monarca, un gran señor feudal, que presidía una espléndida corte en el castillo de Camelot, acompañado de figuras no menos fantásticas como la reina Ginebra, el mago Merlín y los caballeros de la Tabla Redonda. Uno de los motivos más antiguos y más discutidos de este ciclo mitológico fue la muerte de Arturo. Una antigua leyenda céltica cuenta que Arturo, tras morir en un épico combate contra el traidor Mordred, fue llevado a la fabulosa isla de Avalon, desde donde regresará algún día. En los ‘Annales Cambriae’, una crónica galesa escrita hacia mediados del siglo X, se recuerda a Arturo en dos escuetos pasajes como un memorable héroe guerrero. Estas líneas son la primera mención histórica de la última batalla de Arturo, en la que éste desapareció tras su funesto enfrentamiento contra Medraut, el personaje siniestro al que otros textos darán el nombre de Mordred, y que la leyenda artúrica considera un traidor, sobrino o hijo bastardo de Arturo.
La literatura histórica tan sólo hay una mención de nuestro Arturo en una crónica anterior, de mediados del siglo IX: la ‘Historia Brittonum’, de un tal Nennio. Allí se le recuerda como un defensor de Britania contra los invasores anglosajones, a los que derrotó en varios combates a finales del siglo V.Hacia 1136 aparece Arturo como un heroico y poderoso rey en una narración esplendida: la ‘Historia de los reyes de Britania’, de Geoffrey de Monmouth, que nos presenta a Arturo como un rey audaz y ejemplar. Es el soberano de la fastuosa corte de Camelot, casado con la hermosa reina Ginebra, aconsejado por el sabio mago Merlín, flanqueado por nobles y corteses caballeros. Tanto el novelista anónimo francés del siglo XIII como el británico del siglo XV (Thomas Malory) combinan dos versiones distintas del final del rey Arturo, sin decidirse por ninguna de ellas. ¿Estaba Arturo en Avalon y regresaría algún día, o bien había sido enterrado en una tumba perfectamente identificada?
Fuente: Nacional Geographic
En el siglo XII, la leyenda consagró a Arturo como el brillante soberano de una corte fabulosa, que se convirtió en el emblema de la caballería medieval. Uno de los episodios más fascinantes del mito es la muerte del rey: herido mortalmente en su enfrentamiento con Mordred, Arturo fue trasladado a la isla de Avalon, un lugar paradisíaco que evoca las creencias celtas sobre el más allá. El rey Arturo es, ante todo, un personaje de perfil mítico y de un extraordinario prestigio novelesco. Sin embargo, no fue un rey, sino un destacado guerrero que en los últimos años del siglo V batalló con singular coraje contra los anglosajones que llegaban como invasores a Inglaterra. Transformado en leyenda, Arturo se convirtió en un magnífico monarca, un gran señor feudal, que presidía una espléndida corte en el castillo de Camelot, acompañado de figuras no menos fantásticas como la reina Ginebra, el mago Merlín y los caballeros de la Tabla Redonda. Uno de los motivos más antiguos y más discutidos de este ciclo mitológico fue la muerte de Arturo. Una antigua leyenda céltica cuenta que Arturo, tras morir en un épico combate contra el traidor Mordred, fue llevado a la fabulosa isla de Avalon, desde donde regresará algún día. En los ‘Annales Cambriae’, una crónica galesa escrita hacia mediados del siglo X, se recuerda a Arturo en dos escuetos pasajes como un memorable héroe guerrero. Estas líneas son la primera mención histórica de la última batalla de Arturo, en la que éste desapareció tras su funesto enfrentamiento contra Medraut, el personaje siniestro al que otros textos darán el nombre de Mordred, y que la leyenda artúrica considera un traidor, sobrino o hijo bastardo de Arturo.
La literatura histórica tan sólo hay una mención de nuestro Arturo en una crónica anterior, de mediados del siglo IX: la ‘Historia Brittonum’, de un tal Nennio. Allí se le recuerda como un defensor de Britania contra los invasores anglosajones, a los que derrotó en varios combates a finales del siglo V.Hacia 1136 aparece Arturo como un heroico y poderoso rey en una narración esplendida: la ‘Historia de los reyes de Britania’, de Geoffrey de Monmouth, que nos presenta a Arturo como un rey audaz y ejemplar. Es el soberano de la fastuosa corte de Camelot, casado con la hermosa reina Ginebra, aconsejado por el sabio mago Merlín, flanqueado por nobles y corteses caballeros. Tanto el novelista anónimo francés del siglo XIII como el británico del siglo XV (Thomas Malory) combinan dos versiones distintas del final del rey Arturo, sin decidirse por ninguna de ellas. ¿Estaba Arturo en Avalon y regresaría algún día, o bien había sido enterrado en una tumba perfectamente identificada?
Fuente: Nacional Geographic
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