miércoles, 9 de junio de 2010

EXHUMAN EN MURILLO LOS RESTOS DE JUAN CORONAS Y RAMÓN LACASTA

La Agrupación Fusilados de Murillo de Gállego desenterró a los dos ejecutados en la guerra.

Dos "nuevas piezas del puzzle de fosas comunes" de España se resolvieron ayer con el desentierro de los restos mortales de Juan Coronas Ara y Ramón Lacasta Castán, vecinos de Agüero que fueron fusilados por falangistas el 2 de septiembre del 36 y enterrados en una fosa cavada a escasos metros de un olivo, pista clave en su localización, en las inmediaciones de la carretera A-132, en la zona conocida como La Lobarda.


Botones de la camisas, albarcas, un dedal que se usa para segar -puesto que ambos eran agricultores y en ello estaban cuando fueron detenidos- e incluso una moneda son los objetos que han aparecido junto a los dos esqueletos enterrados en una fosa y que ahora, tras las pruebas de identificación, descansarán en un cementerio.

La Agrupación de Fusilados de Murillo de Gállego 24 de octubre de 1936 y el equipo arqueológico dirigido por Javier Navarro finalizaron ayer los trabajos de exhumación de los restos mortales de Coronas y Ara, a los que asistieron familiares de los dos asesinados, vecinos de localidades cercanas y José María Meirás, el oficial más joven de la Guerra Civil, tanto en el bando golpista como en el republicano -en el que luchó-, que vive desde hace décadas en Ayerbe.

A escasos metros de la fosa que durante más de setenta años albergó a su tío, Jesús Lacasta declaraba la "gran emoción" que experimentaba mientras veía ultimar los trabajos de exhumación, llevados a cabo por la empresa Arquelogía y Restauración. Para Lacasta, enterarse de esta iniciativa fue una "gran sorpresa", ya que sabía muy poco acerca de la historia de su tío. "No estaba muy seguro de lo que le había ocurrido ni de que le estaban buscando", por lo que recibir la llamada de Antonio Ubieto, representante de la Agrupación de Fusilados de Murillo de Gállego, le cogió totalmente desprevenido.

Ubieto informó a este periódico de cómo fueron fusilados Juan Coronas y Ramón Lacasta, que contaban con 26 y 30 años de edad, respectivamente. El 2 de septiembre de 1936, menos de dos meses después de comenzada la Guerra Civil, Coronas y Lacasta se encontraban labrando en unas eras de Agüero cuando "vieron llegar a un grupo de personas armadas acercarse, por lo que se escondieron". Pero "al ver que eran del pueblo, decidieron salir". El grupo de simpatizantes de Franco, sin importarles que fueran vecinos, "se los llevó caminado hasta Agüero por la carretera general", que abandonaron en algún momento antes de llegar a Murillo.

La siguiente noticia que se supo de ellos, continuó Ubieto, es que "los enterraron dos personas de Murillo de Gállego, que venían de enterrar a otras personas fusiladas ese mismo día", una jornada que fue especialmente trágica en la zona, con "cuatro fusilamientos y nueve muertos al menos en apenas diez kilómetros".

Ubieto también indicó que el hecho que acabó costando la vida a Coronas fue "gritar "Viva el comunismo" en Agüero", mientras que el de Lacasta fue únicamente estar con el otro fusilado en el momento equivocado, ya que ambos eran agricultores. "Había que presentar un número de fusilados", señaló Ubieto sobre estos asesinatos de hombres que no habían cometido ningún delito.

Tanto Lacasta como Coronas son dos "piezas de un puzzle que no se acaba, con piezas perdidas para siempre, otras borradas y otras que dependen de la interpretación de cada uno", indicó Ubieto sobre la labor que llevan realizando desde hace décadas asociaciones de toda España, que en los últimos años se han multiplicado.

Por su parte, ahora, afirmó el sobrino de Lacasta, "lo principal de todo es recuperar los restos y darles una sepultura normal y hacerle un poco de justicia". Adelantó que su intención es la de "darle entierro en el cementerio de Murillo, donde nació y murió, junto al otro fallecido a no ser que haya dificultades". De hecho, Ubieto se encargará de los trámites con el Ayuntamiento de Murillo para enterrar los restos de Lacasta y Coronas.

El primo de Juan Coronas, Antonio Coronas, también acudió a las tareas de exhumación y comparte tanto con su hermana como con el sobrino del otro fusilado su intención de enterrar los restos en el cementerio de Murillo.

Antonio valoró la empresa y afirmó que "no cabe duda de que después de setenta años, estará mucho mejor en un cementerio", en referencia a los restos de su primo Juan Coronas. Añadió que "hubiera sido muy lamentable que los restos hubieran aparecido dentro de unos años mientras se labrara el campo".

Cabe recordar que en esta misma zona ya se llevó a cabo una exhumación de una fosa colectiva en 2008, recuperándose nueve restos mortales, aunque se esperaba encontrar un total de trece. Ubieto explicó las "dificultades" que existen para averiguar con certeza el lugar en el que fue enterrado cada fusilado, ya que los recuerdos se pierden o pueden verse distorsionados por el cambio en el terreno, sin olvidar la escasez documental.

Asimismo, Ubieto informó de la existencia de más fosas en las proximidades, como una "a poco más de un kilómetro en dirección a La Peña" de la excavada ayer, que se cree contiene los cuerpos de siete personas y las de otros republicanos que fueron asesinados, algo que la Agrupación tiene contrastado documental y con testimonios de los vecinos, en una zona que fue calificada por Ubieto de "pasillo" donde "los fascistas llevaron a cabo una intensa represión".

Tanto en la anterior exhumación como en ésta, Javier Navarro ha dirigido al equipo arqueológico. Ayer, mientras estaba a punto de concluir las tareas, explicó a este periódico las dificultades de la localización, "lo más difícil de todo", que puede llevar meses de dedicación y sin tener la certeza de obtener resultados. Navarro quiso dejar bien claro que el suyo es "un equipo totalmente profesional", y criticó al Gobierno, que "se ha equivocado al poner el peso (de las exhumaciones) en las asociaciones, que con voluntarios muy bien intencionados pero sin preparación, pueden destruir pistas acerca de cómo murieron".

En primer lugar, el grupo arqueológico, "con rigor metodológico y arqueológico", empleó el georrádar, que detecta anomalías en el subsuelo, siguiendo las indicaciones de vecinos y documentos. Tras no hallar ningún indicio, procedieron a realizar catas aleatorias en la zona donde finalmente aparecieron los cadáveres. Y cuando ya dieron con los restos, procedieron a desenterrarlos con herramientas que no dañen los huesos.

Ahora, estos restos, tras haberlos documentos correctamente, serán enviados a un laboratorio en Madrid, donde se les harán pruebas biométricas para su identificación. En caso de que éstas no resuelvan sus identidades, se realizarán pruebas de ADN. Una vez identificados, los familiares decidirán qué hacer con los restos.

En cuanto al presupuesto de esta exhumación, Ubieto indicó que el Ministerio de Presidencia adelantó 54.000 euros sobre un total de 60.000. Ese adelanto deberá justificarse a posteriori con toda la documentación que haya generado el trabajo.

Autor: O. Isarre
Fuente: Diario del Alto Aragón
Fecha: 04/06/2010

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