sábado, 31 de octubre de 2009

Cementerios del "sit tibi terra levis" al "requiescat in pace"

La palabra "cementerio" viene del griego "koimeeterion", que significa dormitorio, así, ese lugar destinado al último y largo sueño, no pudo tener mejor etimología.

Pero además este sitio, destinado a enterrar a los muertos, representa algo más, no sólo es un signo de respeto de los vivos a los fallecidos, sino que es un símbolo de la trascendencia que se cree tiene la vida humana.

Podría decirse, que el hombre se aleja de la animalidad cuando descubre esa sensación interior que le dice que existe algo que se escapa a sus sentidos, que le trasciende, y que va más allá de esta vida. Esta idea es percibida por los antropólogos, cuando descubren que aquellos seres primitivos de los que descendemos, empiezan a enterrar a sus muertos rodeando este hecho con una parafernalia, que implica la suposición de una perduración del individuo, tras esta vida, en otro lugar desconocido.Hace 400.000 años los antecesores del hombre actual, enterraron en la llamada "Sima de los huesos" a una treintena de individuos, y les arrojaron, posiblemente en un acto ritual, un hacha de cuarcita tallada de color rojo que los investigadores de Atapuerca han dado en llamar "Excalibur· recordando la mítica espada del rey Arturo.

Este descubrimiento que demuestra la existencia de un ritual, indica, que quienes lo realizaron, tenían un sentido trascendente de la existencia, que los hacía humanos y que en palabras de Juan Luis Arzuaga constituye "el eslabón perdido de la evolución del hombre hacia la conciencia". Más cercanos a nosotros, en cuanto al tiempo, unos treinta mil años, se encuentran los enterramientos de la Cueva de Morín, en el término de Villaescusa, en Cantabria. El llamado hombre de Morín, se torna misterioso por las características que le rodean. Se trata de un individuo de gran estatura, muy alto para la época en que vivió, ya que rondó los 1´95cms. de altura, pero sin duda lo más llamativo es la forma en la que fue enterrado siguiendo un ritual Hicieron una fosa no muy profunda y colocaron en ella, primero su cabeza, que habían cortado, y encima de ella el cuerpo tendido sobre el costado izquierdo.

Delante del vientre le pusieron los pies, que acostumbraban a cortar e incluso a quemar para que el difunto no volviera a importunar a los vivos, y a su lado un cuchillito de piedra y colocaron, donde debían estar los pies, un costillar, y junto a la cabeza, un animal entero, posiblemente un corzo pequeño atado por las patas, y finalmente el hombro y pecho, lo cubrieron con una estera o piel. Es evidente que aunque no deseaban que volviera, le proporcionaron abundante comida y utensilios para la otra vida.

Este miedo a los muertos sido recurrente durante toda la humanidad. En el Papiro egipcio Mágico de Leyden, se encuentran algunos conjuros para evitar que los vivos, al recitarlos no sean importunados por lo difuntos."¡Atrás, tú que traes tu rostro, tu alma y tu cadáver y vosotros, que embrujais con vuestros rostros y con vuestras imágenes¡ Oh, espíritu muerto, muerta, enemigo, enemiga durante el viaje de la noche¡¡Mirad a vuestro alrededor y vereis al Señor del Universo¡...Decir estas palabras ...Después ya no volverás a ver espectros."

Ya mucho antes, hace unos 80.000 años, los neardentales ya realizaban enterramientos rituales, como puede verse en Teschik-Tach, en Uzbekistán, o en le Moustier en Francia, en los que el hallazgo de ajuares o animales enterrados con ellos hablan de una creencia en ciertos elementos espirituales, que superarían la mera percepción material de las cosas, y que suponen una pervivencia del espíritu del muerto tras la muerte.

La imagen de un hombre prehistórico agonizante o muerto, corneado por un bisonte herido, pintado en las paredes de las cuevas de Lascaux, cuya datación está entre los 13.000 años a.C, aporta, en las figuras pintadas, una iconografía que aparentemente nada tiene que ver con la escena, la de un ave que se encuentra en primer término de la imagen, y que nos llevaría a percibir el simbolismo del espíritu que vuela fuera del cuerpo del difunto, y que se repetirá en todas las culturas y tiempos y que también incorporará en sus relatos e iconografía la religión cristiana, en la que de sus santos, al exhalar el alma, sale de su cuerpo una paloma.

Dice el poeta Prudencio (S.IV-V) en su Peristephanon, que al morir santa Eulalia, la gente vio que salía de ella una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, ante cuya visión los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente.

Esta escena la repetirá en sus versos un monje francés que escribió en el 878, la "Cantinela de Santa Eulalia." Dedicada a Santa Eulalia de Mérida.

"En figure de Colomb volat a ciel"
La historia de la humanidad, hasta la aparición de los textos escritos y descifrados, la han escrito arqueólogos e historiadores a través de las tumbas, haciendo verdadero el dicho de: Conforme vivió, así murió. Y de este modo las historias y los libros de arte antiguo tienen en los enterramientos el mejor y a veces casi único manantial histórico del que beber.

Es evidente que los grandes edificios, que en todas las culturas y tiempos ha realizado el hombre y cuyo nombre o ruinas han perdurado hasta hoy, ha sido para contentar a los espíritus, o prepararse un lugar que perpetuase su memoria. Desde los más sencillos, como los Dólmenes, como el de Lácara, cercano a Mérida, el de Carmonita, o los abundantes y magníficamente conservados de la ruta de los dólmenes de Valencia de Alcántara, pasando por el sepulcro del rey Mausolo, cuya magnificencia daría nombre a las construcciones funerarias posteriores llamándose mausoleos, sin olvidarnos de las Pirámides, todos los mayores esfuerzos humanos han ido a perpetuar su memoria y asegurarse una vida mejor, o como mínimo semejante a la que tuvo hasta ese momento, en la otra vida.

Pero lo que me interesa no es fijarme en las grandes construcciones, en sí, entre las cuales en cierta medida también podrían incluirse las catedrales y grandes basílicas, ya que la mayoría se construyeron para salvaguardar entre sus muros las reliquias de algún santo, ya sea S. Pedro, Santiago, o los reyes Magos como la de Colonia, o Santa Eulalia, sino hacer hincapié en el sentido de trascendencia que se encuentra en la conciencia humana y por la que cree, que el difunto entra en otra vida, que espera sea mejor que la terrena, y en la que se encontrará libre de sufrimientos a no ser que sus acciones en esta hayan sido reprobables a ojos de los dioses, o los espíritus, y entonces su alma será devorada o acabará en un lugar de tormentos en el que se castigarán sus pecados.

Uno de los libros mas antiguos y que aborda mas explícitamente este sentimiento, es el :El Libro de los Muertos, o Peri Em Heru "Libro para salir al día", egipcio. Los primeros textos que se conocen, están esculpidos en jeroglíficos en los muros interiores de las pirámides de los faraones de las dinastías V y VI, lo que los data por los años 2400 a.C. En él nos cuentan cómo el difunto se presenta ante Osiris y este pesa su corazón, para calibrar sus actos en vida, si han sido adecuados continuará su camino, hasta alcanzar el Aaru, campos fértiles en los que reina Osiris, semejantes al delta del Nilo, y en los que vivirá feliz eternamente.

Uno de los capítulos mas significativos puede ser el dos que titula; cómo "Revivir tras la muerte ¡Oh tú, dios del Disco lunar, que irradias en las soledades nocturnas¡ ¡Mira ¡ ¡Entre los habitantes del Cielo que te rodean, yo también te acompaño¡ Yo penetro a mi capricho ora en la Región de los Muertos; yo difunto, ora en la de los Vivos sobre la Tierra, a todas partes done me conduce mi deseo".

Platón (427-347 a.C) nos trae un relato, que nos demuestra el chantaje psicológico, que ciertos personajes llamados maestros Órficos realizaban, con los ricos, (a los pobres poco podían sacarles, y ni lo intentaban)". iban a las puertas de los ricos y trataban de persuadirlos de que ellos tenían un poder a su disposición, el cual recibían del cielos, que les permitía, a través de sacrificios y encantamientos, enmendar cualquier crimen cometido por el individuo o sus antepasados.. su misterios nos sacan de los tormentos del otro mundo, mientras que el ignorarlos es castigado terriblemente.."

Más cercano a nosotros está el relato que nos cuenta la acción que realizó en el 170 a.C. Judas Macabeo, un judío que peleó contra Antíoco IV Epífanes (175-163.a.C) un helenista que en el año 167 a.C. edificó una imagen de Zeus en el Templo sagrado de Jerusalén , además, de sacrificar cerdos, animal impuro, en el altar, algo intolerable para los judíos, y que nos cuenta la Bíblia (2 Mac.43-45) así:

"Y después de haber recolectado entre sus hombres unas dos mil dracmas, las envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Él realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, 44 porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos. 45 Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados."

Esta actuación, no era habitual ni estaba en el sentimiento religioso de los judíos. La intencionalidad de interactuar en el otro mundo con las plegarias y sacrificios de los vivos, que sí era habitual, como hemos visto, en la filosofía de otros pueblos como el griego, abriría al futuro nuevas vías de pensamiento por las que ofrendas y plegarias,( oraciones y misas de difuntos, en la actualidad) serían una parte sustancial de la filosofía religiosa que los cristianos heredamos.

La felicidad de la vida futura es algo que todas las civilizaciones comparten, quizás una de las representaciones mas conocidas de este sentimiento sean las imágenes de los sarcófagos etruscos, como. El Sarcófago de los esposos de finales del s.VI, a.C. que muestra una pareja casada, con una enigmática sonrisa, (la sonrisa etrusca) en los labios disfrutando de un banquete en la otra vida.

COSTUMBRES FUNERARIAS ROMANAS. PROSTITUTAS ENTRE LAS TUMBAS
En el Museo de Arte Romano de Mérida podemos ver las diversas formas de actuación funeraria sobre los cadáveres. Desde las cremación y colocación de sus restos en los columbarios, llamados así por su semejanza a los palomares para los nidos de palomas (Columba, significa paloma), pasando por la inhumación, que comienza a imponerse desde la época de Trajano (Itálica, 18 de septiembre de 52 - Selinus, 9 de agosto de 117), frente a la tradicional incineración, que sigue siendo una incógnita para muchos investigadores. Ya que este ritual de cremación del cadáver estaba asociado a la purificación del alma.

Esto da pie a la utilización de sarcófagos ( etimológicamente del griego sarcós , carne, y fago, comer, lo que textualmente sería "el que come carne") y que da pie a la decoración de las tumbas.¿Puede verse en esta costumbre la infiltración de las religiones orientales, como el judaísmo o el cristianismo dentro de los ritos funerarios? O quizás que la inhumación, que comenzó popularizándose entre las clases elevadas en Roma permitía un entorno mas grandioso para el difunto, como sería un sarcófago con figuras en relieve que mostrara su situación social, o un mausoleo, en el que todo el mundo pudiera tener memoria de la magnificencia que tuvo en vida quien estaba allí enterrado.

Este paso de la ligereza del fuego que elevaba con el humo de la cremación el alma del difunto hacia las alturas, probablemente originaría ante la pesadez de la tierra que se depositaba sobre el cadáver, el deseo de que esta tierra le fuera ligera y no impidiera la elevación de su espíritu. STTL «Sit tibi terra levis» "Seáte la tierra ligera.

"Pero esta filosofía era distinta para los cristianos que crearon las catacumbas, largas galerías subterráneas como lugar de enterramiento para sus muertos. A la vez que refugio en época de persecuciones, ya que según las leyes romanas las sepulturas eran inviolables.

El deseo de perduración de su recuerdo hace que los romanos construyeran sus tumbas junto a las grandes calzadas, en las afueras de las ciudades, para que el caminante se parase ante ellas, y recuerdara la memoria de alguien que desde allí se la reclama. Impresionante y emotivo es el epitafio que se puede leer en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, y que le dice a quien pasa: "Praeterisse potes." Puedes pasar de largo", pero luego, le recuerdan al caminante su dolor y cuan tierno y cariñoso había sido aquel joven entregado a las llamas, rogándole: "Quisquis ades dicas si(t) tibi terra levis". -A quien quiera que esté presente, di séate la tierra leve. Es como si le rogaran una oración por el difunto, frente cuya tumba se encuentra el viandante, quizás de esta manera, recordándole el dolor sufrido por los vivos, es como si el difunto se encontrara menos sólo, acompañado por el recuerdo de quienes todavía están sobre la tierra.

Mucho se podría escribir sobre la simbología de los epitafios de las tumbas. Uno de los trabajos de la IV Mesa redonda Internacional, coordinado por G. Gorges y Trinidad Nogales Barrasate, en la que el profesor, José D´Encarnacao, hace un estudio del porqué en muchas tumbas romanas aparecía como fecha de defunción XXXX años. No es que tuvieran cuarenta años, sino que significaba que habían tenido una vida longeva y plena.

Resultan muy curiosas las denominaciones latinas de las diversas clases de prostitutas según su localización, las había que buscaban su clientela ubicadas bajo las "fornices", o sea, las "bóvedas o arcadas" de los edificios públicos como los circos, y teatros, habitualmente estas mujeres eran persas u orientales, solían vestir de modo provocativo, y atraían a los clientes mediante bailes sensuales, y estas fueron las que acuñaron el término "fornicar" por realizar el acto sexual en estos lugares.

Pero la que nos interesan de estas "quaestus meretricius", ("negocio por el que se cobra"), son "las que hacían la calle" las: Erratica scorta, que a su vez según el lugar, dónde y cómo, se denominaban de diversa manera y nos intersan, las Bustuaria que eran las que tenían su lugar de cita en los cementerios, y este es el motivo por el que algunos escritores cristianos en los primeros siglos del cristianismo recomendaban no visitar los cementerios desde el atardecer. Y es que este lugar era muy propicio para este negocio, ya que los cementerios se encontraban fuera de las ciudades pero flanqueando las vías principales de acceso, si a esto se añadía el interés de los difuntos para conseguir un buen lugar y que su túmulo fuera mejor que los de sus vecinos, no tenía nada de raro que estas mujeres pretendieran además mitigar las penas de quien venía a visitar a sus familiares o amigos. Los griegos tan certeros en sus definiciones tenían un nombre para designar a las prostitutas callejeras, las llamaban "χαμαίτυπος, kamaítypos", (Jamaitipos, camaitiros) "la que golpea la tierra", indicándonos de esta manera que el "servicio" se hacía directamente sobre el suelo.

Lo que no faltaba en los cementerios romanos era el ciprés. Este árbol del que nos habla el filósofo griego Teofrastro ( 372-287 a.C.) diciendo que es un árbol dedicado a Hades, el dios de la muerte, porque rebrota con facilidad y siempre está verde, representando la inmortalidad, era un árbol de vida, no de muerte.

Cuando Abderramán II en el año 835, según consta en una placa que se conserva sobre una de la las puertas junto al Puente Romano [11]de Mérida, manda construir la Alcazaba, los musulmanes no sólo reaprovechan los sillares de granito de las obras romanas y visigodas sino que arrasan todos los cementerios romanos que circundaban la ciudad llevándose las "cupas", que pueden verse en gran abundancia confundidos con las demás piedras, encajadas con tierra, piedras y argamasa. La "cupa" era una figura de granito, semejante a una figura de granito parecida a una cuba partida por la mitad que solía ponerse sobre la sepultura.

REQUIESCAT IN PACE
Estas palabras latinas cuyo significado es "descanse en paz" han sido las menos acertadas, en muchísimos de los casos, para mártires, santos y personajes ilustres que han viajado en la muerte mucho más que lo hicieron en vida, siendo en no pocas ocasiones motivo de luchas entre ciudades, o incluso pleitos entre naciones, sobre quien albergaría los restos de tan ilustres cadáveres.

Muchas de estas historias las recogía en un libro la periodista Nieves Concostrina pero muchos otras se encuentran en cualquier libro que hable de la vida de los santos católicos, ya que desde el S.IV, se despierta una pasión por los restos de los mártires que llegará a convertirse en negocio y fuente de riqueza en la Edad Media, para los Conventos y ciudades, que posean sus restos, aunque su autenticidad sea con gran frecuencia mas que discutible y esté más asentada en leyendas y relatos fantasiosos que en firmes datos históricos, pero que según la importancia o popularidad de las reliquias que albergaban entre sus muros, atraían una gran cantidad de peregrinos que lo/as convirtieron en centros de cultura, poder y dinero.

Quizás dentro de las atribuciones de restos mas curiosas pueden encontrase la de S. Marcos de Venecia, el evangelista representado por un león, ya que su evangelio comienza con el relato de Juan Bautista en el desierto, y en cuyo honor se levantó la magnífica Basílica de S. Marcos.

Nada más extraño que pensar que ese cuerpo momificado proveniente de Alejandría de Egipto donde se encontraba ya en el S. IV, pueda ser el de, nada menos, que Alejandro Magno, ya que en esa época en la que el cristianismo se levanta triunfante frente al paganismo, el cuerpo de Alejandro que se guardaba en dicha ciudad desapareció. Dado que según los antiguos escritores cristianos de los S, V y posteriores creyeron que el cuerpo de San Marcos fue quemado por los paganos, algo habitual en aquellos momentos, difícilmente podría tratarse la momia existente en Venecia de ser la de S. Marcos.

Sin embargo un escritor anónimo de Alejandría, del S. IV afirmaba en los "Hechos de San Marcos", que una tormenta cayó sobre el fuego y atemorizó a los paganos, lo que permitió a los cristianos rescatar los restos del santo evangelista de las llamas. Algo creíble a juzgar por lo que se cuenta de la actuación de los cristianos de Tarragona con los restos de S. Fructuoso, sobre los que los cristianos expectantes en el martirio del santo se lanzaron nada mas muerto vertiendo sobre ellos vino y otros líquidos sobre el cadáver a medio quemar llevándose los restos, con lo que podía ser su cuerpo no se hubiera quemado. Lo que sí parece es que este cuerpo ya se veneraba en Alejandría y que tras la caída de la ciudad en manos de los musulmanes, en el 828 dos mercaderes con ayuda del clero local lograron sacar la momia y llevarla hasta su ciudad de origen, Venecia.

Así casi ningún gran personaje se ha librado del trajín de sus huesos de aquí para allá. En la época de la Invasión francesa hubo pocas iglesias españolas que se libraran de que huesos de los personajes allí enterrados fueran removidos a la búsqueda de los anillos y riqueza que pudiera haber sido enterrada con ellos. Así Valencia, Burgos, Francia, Alemania e incluso hasta la República Checa dicen tener huesos del Cid. Una delegación francesa, en época de la Invasión, para congraciarse con la población se acercaron hasta el Monasterio de Cardeña para enterrar en otro lugar, con honores, los restos del Cid y de su mujer Doña Jimena, cuando llegaron se encontraron con una situación dantesca, todas las tumbas habían sido abiertas por sus soldados y era imposible en aquel revuelto de huesos encontrar los que realmente pertenecían a ambos. Solución; "estos mismos valen".y dieron por buenos los que creyeron oportunos. Algunos de estos huesos fueron a parar a su nueva tumba, otros se los llevaron consigo dos de los comisionados, el conde de Salm-Dick y el barón de Delamardelle, y de esta manera los supuestos restos del Cid comenzaron su periplo europeo debido a los regalos y herencias entre la aristocracia europea.

No sería el único personaje del que, ante la duda, acaban cogiendo el primer cadáver que encuentran a mano. Así ocurrió con Francisco Pizarro. Pizarro muere en Lima, de una estocada en el cuello, a manos de los partidarios de Almagro. Fue sepultado detrás de la Catedral, pero en su testamento había dejado escrito que lo hicieran en el interior, bajo el altar mayor. Algo que hicieron cuatro años mas tarde. Tras este entierro, su hija Doña Francisca Pizarro Yupanqui, construyó una capilla a la que trasladó los restos de su padre.

Tras un terremoto, volvió a ser trasladado a otra iglesia mientras reconstruían la Catedral. Y así fue cambiado de un lugar a otro hasta siete veces. Sin embargo un día buscando los restos de Santo Toribio, se encontraron una caja en la que estaba escrito: "Aquí está la cabeza del señor marqués dan Francisco Pizarro, que descubrió y ganó los reinos del Perú y puso en la Real Corona de Castilla".

Años antes en 1891, una comisión para celebrar el 350 aniversario de la muerte de Pizarro, dieron por buena una momia que se encontraba en una cripta situada bajo el altar mayor. Así es que la colocaron en una urna para que todo el mundo pudiera verla. Mientras que su cadáver auténtico, estaba arrumbado y olvidado en una tumba de la catedral de Lima, en la que al hacer obras en 1977, se encontraron con unas cajas, una tenía unos huesos y otra la cabeza con la inscripción de marras. Estudiada la momia falsa, no tenía ni un rasguño, lo que contradecía los relatos históricos sobre la pelea mantenida contra los Almagristas que le ocasionó múltiples heridas y la muerte Con tantos traslados alguien debió de coger en algún momento los restos que no eran quizás porque una momia queda más "aparente", que unos huesos mondados y pelados. Finalmente Pizarro fue "a parar con sus huesos" a una capilla lateral de la Catedral de Lima.

No fue previsor y en lugar de pedir ser sepultado bajo el Altar Mayor tenía que haber puesto en su Testamento lo mismo que hizo grabar en su lápida, que se conserva en la colección visigoda del Monasterio de Santa Clara de Mérida, Maurilio en el s.VII execrando contra aquellos que :

"inquietarent corpus". Que "perturbaran la paz de su cuerpo" Porque qué menos que cumplamos los vivos el último deseo de los muertos : "Descanse en Paz" Requiescat in Pace. Rip.

Autor: Carmelo Arribas Pérez
Fuente:
Extremadura al día
Fecha: 29/10/2009

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