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Las pruebas son la siguientes: tiene una mandíbula robusta y unos dientes gruesos, ideales para masticar vegetales coriáceos y muy similares a aquellos de los primates primitivos llegados de África a Europa 15 millones de años atrás. Pero su apertura nasal triangular (base de la nariz ancha y una parte superior estrecha) y unos pómulos que se asemejan más a los de los homínidos que más tarde se extendieron por África y Eurasia. Esto lo sitúa como un eslabón intermedio entre aquellos primates primitivos y los homínidos más modernos; entre ellos, los humanos.
"Lo más asombroso es que tiene la cara vertical como nosotros y no inclinada hacia atrás como cualquier otro homínido; es una cara extrañamente moderna para un animal de hace 11,9 millones de años", asegura Salvador Moyà, refiriéndose a Lluc "porque significa el que ilumina y es un simio que aporta luz sobre aquel periodo clave en que aparecieron los homínidos", agrega el investigador.
Lluc era un macho adulto que debía pesar entre 30 y 35 kilos, aproximadamente como una hembra de chimpancé. De los anteriores descubrimientos de Moyá, Lluc y Pau vivieron en la misma época y serían nuestrps bisabuelos, pero Jordi vivió unos dos millones de años después y no está en nuestra familia más cercana; sería una suerte de tío abuelo.
El descubrimiento se ha presentado precisamente cuando se cumplen 30 años de las excavaciones de la sierra de Atapuerca, codirigidas por nuestro miembro del Comité de Sabios, Juan Luis Arsuaga.
Fuente: Quo
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