El molar de un niño de hace unos 150.000 años es el primer rastro de la prehistoria de Madrid representada en la exposición "Orígenes de Madrid" inaugurada esta semana en el Museo de los Orígenes de la capital y que permanecerá abierta hasta que finalicen las obras de remodelación del edificio.
Unas 153 piezas, entre las que figuran el incisivo de un hipopótamo, la cabeza de un dios romano, o utensilios domésticos como vasijas, sirven para repasar el devenir de la región, desde la prehistoria hasta la edad moderna y para "abrir boca" de lo que será la exposición completa que albergará el museo cuando culminen sus obras a finales de año.
La exposición ocupa la primera planta de la casa que, cuenta la leyenda, sirvió de hogar a San Isidro, el patrono de la capital, y que ha hecho en los últimos años la función de museo, ya sea bajo el nombre de "arqueológico" o "municipal" y que actualmente esta en obras.
Como antesala a la muestra, una vitrina donde llama la atención el colmillo de dos metros de un mamut junto a otros restos óseos de animales, da cuenta de que hace unos 500.000-120.000 años, había una fauna propia que campaba por el Valle del Manzanares.
El recorrido de la exposición en sí comienza en una sala dedicada a los primeros habitantes, donde destaca, junto a puntas de lanza, la muela del "primer madrileño" encontrado, un niño de hace unos 150.000 años que podría ser de la especie heidelbergensis o del neandertal.
A estos vestigios del pasado le siguen la decena de objetos, testigo del salto evolutivo del hombre en la edad de bronce y del hierro, donde destaca su faceta de agricultor y ganadero.
Vídeos y carteles dan detalles de esta etapa de la humanidad, donde los agricultores guardaban el grano en silos subterráneos o grandes recipientes, presentes también en la muestra.
Esta riqueza de la prehistoria e historia de la región, que abarca 450.000 años antes de Cristo, desde el paleolítico inferior, procede del centenar de yacimientos que tiene Madrid, explica el director del Museo de los Orígenes, Eduardo Salas.
Salas insiste en la "riqueza arqueológica" de la región, hallada en yacimientos como el del Cerro de San Isidro, "donde se inició la investigación prehistórica en España".
El Madrid romano, que vivió a mitad de camino entre la grandeza de Emerita Augusta (Mérida) y Caesar Augusta (Zaragoza), también esta presente en la exposición, en la que figura un dormitorio que reproduce el encontrado en una de las villas romanas del ahora Villaverde Bajo.
La cultura romana comparte sala con la que supuso su fin, la visigoda, de la que se conservan restos de necrópolis y ajuares funerarios.
La historia de la ciudad, de Madrid capital, abarca el resto del recorrido, que se traslada a "Mayerit", como la llamó el mundo islámico, de la que se exponen restos que dejan patente "el alto nivel que tuvo esta cultura en España", puntualiza Salas.
El visitante pasa, a golpe de vista, del Islam a la conquista cristiana, a través de los diferentes objetos de los madrileños de otro tiempo y, a través de restos de edificios, como la mole de piedra esculpida que fue en su día parte del Alcázar madrileño y que ahora posa en un pedestal.
Como broche final a los orígenes de la región, cuelgan de la pared las vistas aéreas del Madrid que dibujó Anton Van der Wyngaerde, que permiten ver "desde el cielo" el Madrid de 1562, que creció para hacerse corte.
Fuente: EFE
Fecha: 04/07/2009
Unas 153 piezas, entre las que figuran el incisivo de un hipopótamo, la cabeza de un dios romano, o utensilios domésticos como vasijas, sirven para repasar el devenir de la región, desde la prehistoria hasta la edad moderna y para "abrir boca" de lo que será la exposición completa que albergará el museo cuando culminen sus obras a finales de año.
La exposición ocupa la primera planta de la casa que, cuenta la leyenda, sirvió de hogar a San Isidro, el patrono de la capital, y que ha hecho en los últimos años la función de museo, ya sea bajo el nombre de "arqueológico" o "municipal" y que actualmente esta en obras.
Como antesala a la muestra, una vitrina donde llama la atención el colmillo de dos metros de un mamut junto a otros restos óseos de animales, da cuenta de que hace unos 500.000-120.000 años, había una fauna propia que campaba por el Valle del Manzanares.
El recorrido de la exposición en sí comienza en una sala dedicada a los primeros habitantes, donde destaca, junto a puntas de lanza, la muela del "primer madrileño" encontrado, un niño de hace unos 150.000 años que podría ser de la especie heidelbergensis o del neandertal.
A estos vestigios del pasado le siguen la decena de objetos, testigo del salto evolutivo del hombre en la edad de bronce y del hierro, donde destaca su faceta de agricultor y ganadero.
Vídeos y carteles dan detalles de esta etapa de la humanidad, donde los agricultores guardaban el grano en silos subterráneos o grandes recipientes, presentes también en la muestra.
Esta riqueza de la prehistoria e historia de la región, que abarca 450.000 años antes de Cristo, desde el paleolítico inferior, procede del centenar de yacimientos que tiene Madrid, explica el director del Museo de los Orígenes, Eduardo Salas.
Salas insiste en la "riqueza arqueológica" de la región, hallada en yacimientos como el del Cerro de San Isidro, "donde se inició la investigación prehistórica en España".
El Madrid romano, que vivió a mitad de camino entre la grandeza de Emerita Augusta (Mérida) y Caesar Augusta (Zaragoza), también esta presente en la exposición, en la que figura un dormitorio que reproduce el encontrado en una de las villas romanas del ahora Villaverde Bajo.
La cultura romana comparte sala con la que supuso su fin, la visigoda, de la que se conservan restos de necrópolis y ajuares funerarios.
La historia de la ciudad, de Madrid capital, abarca el resto del recorrido, que se traslada a "Mayerit", como la llamó el mundo islámico, de la que se exponen restos que dejan patente "el alto nivel que tuvo esta cultura en España", puntualiza Salas.
El visitante pasa, a golpe de vista, del Islam a la conquista cristiana, a través de los diferentes objetos de los madrileños de otro tiempo y, a través de restos de edificios, como la mole de piedra esculpida que fue en su día parte del Alcázar madrileño y que ahora posa en un pedestal.
Como broche final a los orígenes de la región, cuelgan de la pared las vistas aéreas del Madrid que dibujó Anton Van der Wyngaerde, que permiten ver "desde el cielo" el Madrid de 1562, que creció para hacerse corte.
Fuente: EFE
Fecha: 04/07/2009
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