viernes, 17 de julio de 2009

Tres osos de hace 150.000 años

Los osos que hace 150.000 años vivieron en la cueva de Lezetxiki, en Arrasate, no eran como los que conocemos en la actualidad. Su craneo era enorme, su estatura superaba los dos metros y medio, y su peso, en el caso de los machos grandes, pasaba de los seiscientos kilos.

El año pasado comenzaron a aparecer restos óseos de osos en Lezetxiki. En la úlima campaña arqueológica, se han completado allí tres esqueletos de osos. Según explica Aritza Villaluenga, investigador de la UPV, los tres animales murieron en la cueva durante su hibernación. «Eran osos viejos que no se habrían alimentado lo suficiente y se morirían de hambre mientras hibernaban. Se han descubierto en la posición en que estaban dormidos, con los esqueletos perfectamente acoplados».

Se trata de tres ejemplares de Ursus Denengeri, un tipo de oso del Paleolítico Inferior que desapareció hace 10.000 años y que es anterior al oso cavernario o Ursus Spelaeus.

Osos y hombres
Aunque hace 150.000 años, en los estratos que ahora se están excavando en el barrio Garagartza de Arrasate, la cueva era utilizada fundamentalmente como osera, los arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Universidad del País Vasco también han descubierto, en los períodos en que los animales salvajes no ocupaban la cueva, una presencia esporádica del hombre.

Así lo demuestran las abundantes piezas halladas de industria lítica, esto es, piedras trabajadas por el hombre como instrumentos, en este caso durante el Paleolítico Inferior.A los restos óseos y las piedras trabajadas por nuestros antepasados se suma el hallazgo de micromamíferos (ratones, topos) y los análisis que se están haciendo de polen, semillas y carbonos para saber más sobre la flora de hace 150.000 años y conocer la evolución climática.

Tres tipos humanos
Uno de los rasgos que hace singular el yacimiento arqueológico de Lezetxiki es la amplitud de sus sedimentos, que abarcan desde el Paleolítico Superior al Inferior, pasando por el Medio. En palabras de María José Iriarte, codirectora de la excavación junto con Álvaro Arrizabalaga, «confirmamos año a año la importancia del yacimiento. Aquí han vivido tres tipos humanos diferentes, el Homo Sapiens, el Hombre de Neanderthal y el Heidelbergensis.

Durante tres semanas que viven hoy su penúltimo día, veinte voluntarios, en su mayoría estudiantes aunque también los hay licenciados, se afanan en descubrir nuevos materiales prehistóricos en unos espacios reducidos. De 9.30 a 17.30 horas, apenas parando un rato para comer un bocadillo, los miembros del equipo utilizan herramientas de madera para ir desbrozando un terreno cuadriculado. La ubicación de cada hallazgo también aporta información sobre el mismo. Además de separar lo hallado sobre el terreno, toda la tierra sobrante se tamiza para que ninguna pieza, por pequeña que sea, pase desapercibida.

La fama del yacimiento de Lezetxiki ha hecho que para las veinte plazas se hayan presentado este año el doble de voluntarios, que son tanto vascos como foráneos.

Un hueso de mujer
La sombra de José Miguel de Barandiarán aún se extiende sobre este paraje de Arrasate. Una línea roja pintada por él mismo muestra la altura a la que el patriarca de la etnografía y arqueología vasca se encontró el sedimento cuando comenzó sus excavaciones.

Barandiarán dirigió los trabajos de campo en Lezetxiki entre 1956 y 1968 y realizó el más importante hallazgo, el de un húmero de mujer, que es el hueso más antiguo encontrado en el País Vasco, perteneciente a la misma época que la de los restos de Atapuerca.

El equipo de Aranzadi, que desde 1996 retomó las excavaciones en la cueva con sus campañas anuales, no ha vuelto a encontrar huesos con tanta antigüedad, pero no pierde la esperanza.

Las excavaciones de Lezetxiki se desarrollan en realidad en dos yacimientos diferentes. Uno, la cueva en la que excavó Barandiarán, en la que se encuentran a tres niveles por debajo de los investigados en tiempos del patriarca. Aunque llevan dos años pensando que pronto alcanzarán el fondo del yacimiento, la roca madre, «nos llevamos la sorpresa de que el yacimiento sigue hacia abajo y hacia dentro», explica Iriarte.

El segundo yacimiento del lugar, conocido como Lezetxiki II, es una angosta y muy colmatada galería perpendicular a la cueva principal en la que apenas caben uno o dos arqueólogos. En su actual nivel, también situado en torno a hace 150.000 años, están apareciendo numerosas e interesantes industrias líticas.

Ejercicio de paciencia
Uno de los atractivos de la galería de Lezetxiki II es que llega hasta las proximidades del punto donde Barandiarán encontró el famoso húmero. Como comenta María José Iriarte, «no es raro pensar que si apareció aquel húmero puedan aparecer más restos». Claro que, cómo la propia especialista de Aranzadi añade, «la arqueología es un ejercicio de paciencia». Para acercarse al área del hallazgo, los arqueólogos están tardando años poque es preciso apartar y analizar poco a poco todo el material.

Álvaro Arrizabalaga añade que «cada nivel que estudiamos es único e irrepetible. En términos de valoración histórica, hay algunos niveles con una valoración subjetiva más alta, porque hay períodos que conocemos mejor y otros, peor. La prehistoria es como un libro que tiene algunas páginas en blanco, otras poco escritas y otras con muchas letras. Todas las páginas son importantes para poder leer el libro».

En Lezetixiki se siguen completando pacientemente esas páginas de nuestra prehistoria. En Lezetxiki y también en su entorno, puesto que el mismo equipo de arqueólogos acaba de realizar un sondeo en una pequeña cavidad situada unos metros más abajo del lugar y en la que se han encontrado estratos del Magdaleniense, precisamente una época que estaba poco presente en la cueva.

Fuente:
D Vasco
Fecha: 15/07/2009

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