miércoles, 24 de marzo de 2010

Entregra en Cambados de los restos identificados de dos republicanos asesinados

Dos familias arousanas ya pueden enterrar a sus parientes asesinados por el franquismo hace 73 años.

Los allegados de Castor Cordal y de Ramón Barreiro homenajearon ayer en Cambados a ambos, ejecutados por falangistas al inicio de la Guerra Civil.


Una familia de Cambados y otra de Ribadumia ya pueden enterrar en un cementerio los restos mortales de dos parientes suyos, asesinados a principios de la Guerra Civil de 1936. A Castor Cordal Garrido, un electricista cambadés vinculado al sindicato anarquista CNT lo mataron cuando tenía 27 años. Igual suerte corrió Ramón Barreiro Rodríguez, un periodista afín a la República que encontró la muerte poco después de cumplir los 19 años.

Les dieron sepultura junto a uno de los muros exteriores de la iglesia de Curro, y ahí permanecieron sus cadáveres durante 73 años. En octubre de 2009, la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) acometió una exhumación y recuperó los restos mortales de ambos. En unos pocos meses, el forense determinó que los huesos hallados correspondían sin lugar a dudas a Castor Cordal y Ramón Barreiro, y ayer se llevó a cabo la última fase del proceso, consistente en la entrega a las familias de los restos.

El acto se celebró ayer al mediodía en el auditorio municipal de A Xuventude, en Cambados. Dispuestos sobre una mesa en el estrado reposaban en sendas cajas de plástico, cubiertas con la bandera republicana y unos ramos de flores, los restos de Castor Cordal y Ramón Barreiro.Primero tomaron la palabra el vicepresidente de la ARMH, Santiago Macías, y el escritor y académico Manuel Rivas. El primero de ellos pidió un aplauso para las familias Cordal y Barreiro, y las 200 personas que acudieron al auditorio respondieron poniéndose en pie y rindiendo una cerrada ovación que duró más de un minuto.

El momento más emotivo del acto fue cuando los parientes subieron al estrado para recoger los restos de sus familiares. La sobrina de Ramón Barreiro, Elena Barreiro, y una hermana de Castor Cordal, Josefina, fueron las encargadas de tomar las cajas fúnebres. Ninguna de las dos podía ocultar su emoción.

Josefina Cordal, por ejemplo, afirmó que "hoy es el día de más alegría desde que nací", y dijo también que nunca pudo olvidar el día en que los falangistas fueron por su casa con la intención de llevarse a su hermano. Tenía sólo nueve años, pero ese momento se le quedó grabado para siempre. "Es una alegría muy grande tener a nuestro hermano enterrado en un cementerio, porque hasta ahora lo teníamos en un rincón, junto a unas piedras. Y él no hizo nada malo", declaraba Josefina Cordal, una mujer que ahora tiene 83 años y que al bajar del estrado de A Xuventude se aproximó a uno de los responsables de la ARMH y abrazándose a él le dio las gracias "por el favor tan grande que nos hicisteis".

Tampoco escondía su satisfacción la sobrina del periodista asesinado, Elena Barreiro. "Hoy es un día muy grande para nosotros. Esperábamos tanto este momento". Los asistentes al acto volvieron a ponerse en pie para despedir a las dos familias.

Las muertes de Castor Cordal y Ramón Barreiro estuvieron marcadas por la extrema violencia. El de Cambados estuvo escapado algún tiempo por diversos puntos de O Salnés, aunque al final le capturaron gracias a la confesión de un vecino. Ramón Barreiro, por su parte, huyó de su casa de Sisán (Ribadumia) consciente de que sus escritos ácidos y críticos habían incomodado a los falangistas.

Los "camisas azules" intentaron encontrarle torturando a sus padres, hasta el extremo de que la madre fue violada y rapada al cero delante de su marido. Al final, el joven periodista fue delatado por un tío suyo. Los falangistas lograron cogerle y le mataron. Antes de enterrarlo, un cura le cortó un dedo para robarle el anillo que llevaba.

A mediados de septiembre de 1936, unas personas que iban a la feria de Pontevedra encontraron a dos personas acribilladas a balazos en una curva de la carretera que une Vilagarcía con la ciudad del Lérez, donde ahora está el "Abuelo Pintos". Los vecinos de Curro los recogieron, y los enterraron en una tumba anónima, extramuros de la iglesia. Los dos muertos eran Castor Cordal y Ramón Barreiro.

Autor: Anxo Martínez
Fuente: Faro de Vigo
Fecha: 20/03/2010

No hay comentarios: