Los familiares asisten emocionados a la apertura de la primera fosa común.
El viernes se cumplen 63 años de la muerte de los Ocho de Benagéber. Dos guerrilleros, un punto de apoyo y seis trabajadores del pantano fueron asesinados por el franquismo el 26 de marzo de 1947 en esta localidad valenciana y, después de meses de gestiones, los familiares asistieron ayer emocionados a la apertura de la fosa común en el cementerio de Benagéber, la primera que se abre en la Comunidad Valenciana.
José Martínez, hijo de Sebastián, que daba cobertura a los dos maquis que se refugiaron en el pueblo tras una acción en Losa del Obispo, explicaba en el salón de plenos del Ayuntamiento, sus sentimientos cuando se enfrentó en el cementerio a la recuperación de los restos. "Me he derrumbado como no me había pasado nunca. El corazón me iba a mil por hora. Pero, por fin, 60 años después, he conseguido cerrar la herida".
"Son tantos los recuerdos y todos malos", añadió otro de los familiares de los asesinados. A su lado han estado los colectivos La Gavilla Verde, Búsqueda de Desaparecidos, Recuperación de la Memoria Histórica y Paleolab, equipo de Arqueología y Genética Forense que ha practicado la exhumación y que no pudo ocultar los nervios por la inminente amenaza de lluvia.
La historia de este terrible y cruento episodio es simple. Los dos guerrilleros y el punto de apoyo fueron fusilados tras ser descubiertos a raíz de un chivatazo. Poco después decenas de guardias civiles protagonizaban una redada donde detuvieron a entre 25 y 30 trabajadores del pantano de Benagéber por supuesta colaboración con los rebeldes. Después de ser sometidos a torturas, seis de ellos fueron utilizados por los guardias como parapeto en el asalto a un enclave guerrillero de la zona.
Los familiares dan las gracias a todos los que han colaborado para recuperar los restos. Miguel Garrido, presidente de la Agrupación de Familiares, expresaba el sentir general del resto: "Es un día muy grande. Triste, pero grande". Miguel se llevará los restos de su padre a Landete, en la vecina Cuenca, para sepultarlos junto a su madre.
Pedro Peinado, presidente de La Gavilla Verde, el grupo que a iniciativa de los familiares ha facilitado la exhumación -que se ha agilizado gracias a la colaboración del alcalde, Rafael Darijo-, rememoró cómo han compuesto la historia de aquellos aciagos días. Accedieron al sumario de las detenciones, de más de 400 folios, pero todavía no han tenido en sus manos el sumario de las ocho muertes. "Nos dicen que debido a la gran inundación de 1957, los documentos están embarrados y hace falta restaurarlos", explicó Peinado. Adolfo Pastor, del Grupo de Búsqueda de Desaparecidos, relató lo costoso que es todo el proceso: "Cada fosa cuenta mucho. Ahora estamos todos juntos, pero hasta llegar ahí hay una faena muy paciente".
Matías Alonso, del Grupo que promueve la Fundació Societat i Progrés, insistió en la importancia del trabajo. "Siempre me llamaba la atención que en los mapas de fosas comunes localizadas en España, la Comunidad Valenciana estaba limpia de puntos rojos. Aquí se mató como en otros sitios del país y no durante la Guerra Civil, sino cuando ya no había trincheras en España", relató.
Eva, del grupo de científicos de Paleolab, matizó que lo acontecido ayer, aun siendo grande, es sólo el principio. Ahora habrá que clasificar los restos y enviar muestras a Barcelona para identificarlos. En unos meses cada familiar recibirá lo que queda de sus familiares. "Y espero que entonces se escriba esa parte de la historia que arrancó cuando ellos murieron", agregó José.
Unos años duros, en los que los familiares de los Ocho de Benagéber, la mayoría menores, vieron a sus madres en los cuartelillos cada 15 días para firmar ante la autoridad, o soportando registros intempestivos en sus casas, como si se tratara de bandoleros, o detenciones cada dos por tres sólo por sus apellidos.
Autor: Cristina Vázquez
Fuente: El País
Fecha: 25/03/2010
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