lunes, 5 de octubre de 2009

¿De quién son estos huesos? La antropología física tras los restos de un conquistador

A continuación, y por su interés, pasamos a reproducir parte del artículo aparecido en el blog Antropología Física ¿para qué?. Que cada uno saque sus conclusiones:

¿De quién son estos huesos? La antropología física tras los restos de un conquistador

Nació en Medellín en 1485. Después de una infancia enfermiza decidió abandonar los estudios de gramática para marcharse a las Indias Occidentales, a los 19 años. En 1518, organizó militarmente a su gente y partió hacia las costas de México, tierras que conquistó en 1521 tras ser confundido por los mexicas con el Dios Quetzalcóatl. El mismo que lloró la noche triste, Marqués del Valle de Oaxaca y Capitán General de México. Murió en 1547 a los 63 años y desde entonces, sus restos iniciarón un peregrinar de España a México hasta perderse en la memoria.

¿De quién son estos huesos?
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El 25 de noviembre de 1946 se exhumó un conjunto de restos óseos en el templo de Jesús, en la Ciudad de México, que se atribuyerón a Hernán Cortés. Para determinar si estos huesos pertenecían o no al conquistador fueron analizados por, el entonces jefe del Departamento de Antropología del Museo Nacional, el profesor Javier Romero.

Para determinar si restos óseos pertenecen a un sujeto, se realiza un proceso de identificación que incluye los siguientes pasos: 1) reconocer cada una de las piezas óseas y asegurarse que estén todas o al menos aquellas que por su tamaño, consistencia y espesor resisten mejor a las causas de destrucción; 2) indagar si todas las piezas corresponden a un mismo individuo; 3) estudiar las características peculiares de cada hueso, las anomalías y datos métricos, que permiten establecer la talla o estatura del sujeto y la proporción de segmentos corporales y 4) confrontar los datos de fracturas consolidadas, prótesis, amputaciones y otras anomalías en los restos óseos con datos del sujeto en vida.

Tras el reconocimiento de piezas óseas, el profesor Romero pudo determinar que el esqueleto perteneció a un sujeto de sexo masculino, edad avanzada y baja estatura. Al no existir duplicación de huesos supuso que los restos, en su totalidad, pertenecían a un mismo individuo, aunque ante la ausencia de la primera vértebra cervical, que articula la cabeza con el resto de la columna vertebral, y algunas características particulares del cráneo que no coincidían con los huesos del resto del cuerpo, cuestionaban su procedencia desde un sólo individuo.

El estudio de las peculiaridades del cráneo, además de mostrar que era pequeño, de paredes delgadas, de escaso peso, de líneas de inserción muscular poco marcadas, alargado, y con una capacidad craneana de 1, 443 centímetros cúbicos, dejó al descubierto una reconstrucción artificial para imitar el hueso, a partir de un material plástico, que abarcaba varias porciones de los huesos de la cabeza y cara. Los huesos craneales y faciales sólo mostraron rastros de una desviación del tabique nasal y abscesos en los alvéolos de algunas piezas dentales.

Por el contrario, el resto de los huesos mostró amplias huellas de marcas dejadas por enfermedades. Éstas se clasificarón en dos grupos: las que aparecieron como resultado de un proceso inflamatorio traumático o infeccioso (osteítis) y las que muestran una perturbación del metabolismo del hueso (osteosis).

Las enfermedades que pueden provocar osteítis y osteosis son: las originadas por estreptococos y estafilococos; por neumococo, gonococo, bacilo pociánico; por enfermedades comunes como la gripa, la disentería y la fiebre tifoidea, y por las llamadas enfermedades específicas, tuberculosis y sífilis.

La tuberculosis se descartó porque difícilmente afecta a los ancianos y porque sus principales marcas las deja en los huesos de las manos, los pies y las vértebras, que en el caso del esqueleto del Templo de Jesús están en buenas condiciones. Por otro lado, la sífilis afecta los huesos del cráneo, sobre todo el frontal y las tibias, donde no se encontraron indicios de esta enfermedad. A partir de esto, Eusebio Dávalos concluye:

Si las lesiones presentadas por el esqueleto del Hospital de Jesús no son debidas a tuberculosis ni sífilis, si podemos pensar que se trata, en el caso de la osteítis, a reacciones inflamatorias posteriormente supuradas atribuibles ya a traumatismo o bien al efecto de cualquiera de las múltiples causas que al principio señalamos, como la disentería y la tifoidea.”, menciona Eusebio Dávalos en su artículo Los restos de Hernán Cortes.

Las causas de la osteosis fueron atribuidas a la enfermedad de Paget, que acorta y deforma el tórax, reduce la estatura y atrofia los músculos, entre otras características. Una vez determinados estos detalles, llega el momento de la identificación, en que los datos arrojados por el análisis de los restos óseos se debe confrontar con la información de la persona, a quien se cree pertenecieron los restos. En el caso de Cortes se recurrió a la descripción que de él hace, Bernal Díaz de Castillo:

Fue de buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado y membrudo, y el color de la cara tiraba algo a cenicienta, y no muy alegre, y si tuviera el rostro más largo, mejor le pareciera…las barbas tenían algo prietas y pocas y ralas y el cabello que en aquel tiempo se usaba, de la misma manera que las barbas, y tenía el pecho alto y la espalda de buena manera y era cenceño y de poca barriga y algo estevado, y las piernas y los músculos bien sentados.”

Lo cierto es que esa descripción corresponde al Cortés de la época de la conquista y de ahí al tiempo de su muerte pudo haber cambiado significativamente su apariencia.

¿Cortés o no Cortés?
El proceso de identificación concluyó que en edad y sexo los restos óseos corresponden con los de Hernán Cortes. En cuanto a la talla, por las descripciones sólo se sabe que en vida era de buena estatura y proviniendo de una variedad ibero-insular eso debe significar un promedio 1.63m, mientras que para los restos óseos se calculó una talla de 1.58m, lo que el profesor Romero justificó ante la posibilidad de que el propietario de los restos óseos haya sufrido la enfermedad de Paget, que afecta la talla disminuyéndola.

La cabeza alargada es otra característica de los ibero-insulares y en los restos óseos es evidente. El arqueamiento de las tibias y peronés (huesos de la pierna) concuerdan con las piernas estevadas que le describió Bernal.

De todo lo anterior podemos concluir que este conjunto de datos parecen suficientes para permitir aceptar como muy probable que los huesos encontrado el 24 de noviembre de 1946 en el templo de Jesús Nazareno de la Ciudad de México, pertenecieron a Hernán Cortés.”

Bibliografía
Dávalos Hurtado Eusebio. Temas de Antropología física. INAH-SEP, México, 1965. Los Restos de Hernán Cortés pp. 167-182.
Reverte Coma José Manuel. Los huesos hablan. Antropología Forense Histórica. José Manuel Reverte coma. Madrid, 2001. El Misterio de los restos de Hernán Cortés pp. 325-337.

Autor: Gabriela Espinosa Verde
Fuente:
Antropología Física ¿para qué?
Fecha: 02/10/2009

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