Los últimos hallazgos apuntan a un linaje importante. Han localizado otros dos cuerpos de mujer que están situados de forma simétrica junto a un altar. Los análisis corroboran que esta zona del Aljarafe era antes un bosque con pinos, fresno y chaparro
Hace cinco milenios, los moradores de Castilleja de Guzmán oficiaron "el enterramiento principesco" del jefe de su clan, en una tierra de dehesa idónea para subsistir con el cuidado del cerdo. El grupo de arqueólogos que trabajan desde hace años en desenterrar los misterios del dolmen de Montelirio lo tienen cada día más claro: en torno al tercer milenio antes de Cristo se levantó "una tumba para un personaje de gran relevancia, cuya muerte supondría el cambio de una dinastía o jefe del clan", según el director de los trabajos, Álvaro Fernández.
Los últimos hallazgos en el dolmen consolidan la teoría de que, a pesar de estar fechado en el Calcolítico, la sociedad era "cuasiestatal, ya que se empezaban a dar grandes diferencias sociales" y había un líder. Y es que, además de que el dolmen ya de por sí se diferenciaba del resto de túmulos que hay a su alrededor, a eso se suman los restos de dos esqueletos de mujeres que están claramente orientados a un altar estela en la cámara central del dolmen. A diferencia de los otros cuerpos -se han hallado un total de 18, todos mujeres-, éstas no están "apiladas ni están arrojadas como en otros dólmenes, sino que se colocaron intencionadamente junto al altar", comenta el antropólogo del dolmen, Juan Manuel Guijo, que es consciente que en el lugar "nada se dejó al azar", sino que esa composición guarda "un aspecto simbólico" que ahora tendrán que desentrañar los expertos. A eso se une que todos los cuerpos localizados tenían una edad de entre 25 y 35 años, por lo que se descartaría la posibilidad de un clan familiar, sino que sería más bien "alguien de reputado prestigio".
Guijo destaca sobre todo uno de los restos hallados, que en vez de aparecer con los brazos pegados al cuerpo o al pecho -en esa época solían ser maniatados para aprovechar al máximo el espacio del túmulo-, fue descubierto con los brazos extendidos y simétricos, como abrazando al altar. Ese cuerpo, por cierto, será desenterrado en su conjunto para proceder a su futura musealización.
En torno a esos cuerpos se han hallado varios objetos para nada comunes en un dolmen medio. A las piezas zoomorfas de cerdos, bellotas y puntas flechas, descubiertas a lo largo del otoño pasado, se han incorporado otras piezas de gran valor, como es el caso de dos peines, de unos 15 centímetros que destacan por su "talla compleja y su gran valor artístico", que estaban en el interior de un altar en el que también se han localizado un cuchillo de marfil y una alabarda que, a priori, toma "un cariz simbólico" para los responsables del dolmen. "Es, guardando las diferencias, muy parecido a las tumbas de los faraones egipcios, que tenían una pirámide y lo enterraban rodeado de todas sus pertenencias", indicó Fernández.
El director de los trabajos también se detiene en el propio altar, que está hecho de arcilla verde, un color que, por cierto, también se encuentra en otros enseres del dolmen, como platos que "se usarían para las ofrendas", y en otro altar ubicado en el pasillo. "El material usado es un elemento más de prestigio", aclaró. Entre los materiales hay también pan de oro, huevos de avestruz y ámbar, como el tesoro de un gran príncipe.
Sierra del Aljarafe.
El dolmen ha desentrañado una de las incógnitas: hace cinco milenios Castilleja de Guzmán y el entorno del Aljarafe era una dehesa arbolada, muy parecida a la que hay actualmente en la comarca de la Sierra Norte. No se trata de pruebas circunstanciales, como podía ser la aparición de piezas de marfil representando a cerdos y bellotas. El análisis polínico realizado en el dolmen y su entorno ha puesto de manifiesto que en la zona no se había cultivado trigo, como se pensaba a priori, sino pino, chaparro y fresno, lo que corrobora la teoría de que tenían un hábitat adecuado para subsistir de la ganadería y sobre todo del cerdo.
"Todo hace pensar de que esta población tenía un excedente de producción que no se vinculaba a la cosecha de trigo, sino a la explotación de este bosque", manifestó Fernández, cuyo equipo ya ha encargado un último trabajo para respaldar sus conclusiones: coger los huesos hallados hasta la fecha y someterlos a un estudio de paleodieta. Es decir, saber qué es lo que comía la población enterrada en el dolmen de Montelirio. De ahí se extraerá si se alimentaban de carne o de cereal.
Los trabajos en el dolmen de Montelirio están a punto de finalizar. En esta segunda fase, además de estas hipótesis, se ha descubierto que el yacimiento es más antiguo de los que se sospechaba. Las pruebas del carbono 14 practicadas a dos cuerpos hallados en 2007 no dejaron lugar a dudas: el dolmen no es del 2300 antes de Cristo, sino que tiene una antigüedad cercana a los cinco milenios. Ese cálculo no se realizó en ninguno de los otros del Aljarafe, cuyas excavaciones se hicieron hace décadas y, por tanto, no tenían los recursos que existen en la actualidad.
Fuente: C Web
Fecha: 06/02/2010
Hace cinco milenios, los moradores de Castilleja de Guzmán oficiaron "el enterramiento principesco" del jefe de su clan, en una tierra de dehesa idónea para subsistir con el cuidado del cerdo. El grupo de arqueólogos que trabajan desde hace años en desenterrar los misterios del dolmen de Montelirio lo tienen cada día más claro: en torno al tercer milenio antes de Cristo se levantó "una tumba para un personaje de gran relevancia, cuya muerte supondría el cambio de una dinastía o jefe del clan", según el director de los trabajos, Álvaro Fernández.
Los últimos hallazgos en el dolmen consolidan la teoría de que, a pesar de estar fechado en el Calcolítico, la sociedad era "cuasiestatal, ya que se empezaban a dar grandes diferencias sociales" y había un líder. Y es que, además de que el dolmen ya de por sí se diferenciaba del resto de túmulos que hay a su alrededor, a eso se suman los restos de dos esqueletos de mujeres que están claramente orientados a un altar estela en la cámara central del dolmen. A diferencia de los otros cuerpos -se han hallado un total de 18, todos mujeres-, éstas no están "apiladas ni están arrojadas como en otros dólmenes, sino que se colocaron intencionadamente junto al altar", comenta el antropólogo del dolmen, Juan Manuel Guijo, que es consciente que en el lugar "nada se dejó al azar", sino que esa composición guarda "un aspecto simbólico" que ahora tendrán que desentrañar los expertos. A eso se une que todos los cuerpos localizados tenían una edad de entre 25 y 35 años, por lo que se descartaría la posibilidad de un clan familiar, sino que sería más bien "alguien de reputado prestigio".
Guijo destaca sobre todo uno de los restos hallados, que en vez de aparecer con los brazos pegados al cuerpo o al pecho -en esa época solían ser maniatados para aprovechar al máximo el espacio del túmulo-, fue descubierto con los brazos extendidos y simétricos, como abrazando al altar. Ese cuerpo, por cierto, será desenterrado en su conjunto para proceder a su futura musealización.
En torno a esos cuerpos se han hallado varios objetos para nada comunes en un dolmen medio. A las piezas zoomorfas de cerdos, bellotas y puntas flechas, descubiertas a lo largo del otoño pasado, se han incorporado otras piezas de gran valor, como es el caso de dos peines, de unos 15 centímetros que destacan por su "talla compleja y su gran valor artístico", que estaban en el interior de un altar en el que también se han localizado un cuchillo de marfil y una alabarda que, a priori, toma "un cariz simbólico" para los responsables del dolmen. "Es, guardando las diferencias, muy parecido a las tumbas de los faraones egipcios, que tenían una pirámide y lo enterraban rodeado de todas sus pertenencias", indicó Fernández.
El director de los trabajos también se detiene en el propio altar, que está hecho de arcilla verde, un color que, por cierto, también se encuentra en otros enseres del dolmen, como platos que "se usarían para las ofrendas", y en otro altar ubicado en el pasillo. "El material usado es un elemento más de prestigio", aclaró. Entre los materiales hay también pan de oro, huevos de avestruz y ámbar, como el tesoro de un gran príncipe.
Sierra del Aljarafe.
El dolmen ha desentrañado una de las incógnitas: hace cinco milenios Castilleja de Guzmán y el entorno del Aljarafe era una dehesa arbolada, muy parecida a la que hay actualmente en la comarca de la Sierra Norte. No se trata de pruebas circunstanciales, como podía ser la aparición de piezas de marfil representando a cerdos y bellotas. El análisis polínico realizado en el dolmen y su entorno ha puesto de manifiesto que en la zona no se había cultivado trigo, como se pensaba a priori, sino pino, chaparro y fresno, lo que corrobora la teoría de que tenían un hábitat adecuado para subsistir de la ganadería y sobre todo del cerdo.
"Todo hace pensar de que esta población tenía un excedente de producción que no se vinculaba a la cosecha de trigo, sino a la explotación de este bosque", manifestó Fernández, cuyo equipo ya ha encargado un último trabajo para respaldar sus conclusiones: coger los huesos hallados hasta la fecha y someterlos a un estudio de paleodieta. Es decir, saber qué es lo que comía la población enterrada en el dolmen de Montelirio. De ahí se extraerá si se alimentaban de carne o de cereal.
Los trabajos en el dolmen de Montelirio están a punto de finalizar. En esta segunda fase, además de estas hipótesis, se ha descubierto que el yacimiento es más antiguo de los que se sospechaba. Las pruebas del carbono 14 practicadas a dos cuerpos hallados en 2007 no dejaron lugar a dudas: el dolmen no es del 2300 antes de Cristo, sino que tiene una antigüedad cercana a los cinco milenios. Ese cálculo no se realizó en ninguno de los otros del Aljarafe, cuyas excavaciones se hicieron hace décadas y, por tanto, no tenían los recursos que existen en la actualidad.
Fuente: C Web
Fecha: 06/02/2010
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