miércoles, 17 de febrero de 2010

Tutankamón murió de malaria y era hijo de Akenatón, según un estudio genético

Tutankamón, el faraón más célebre del Antiguo Egipto pese a la mediocridad de su reinado, no murió asesinado por su general Horemheb, que aspiraba a sucederle en el trono. Ni padeció peste bubónica, tuberculosis, lepra o leishmaniasis, plagas comunes en el delta del Nilo durante su mandato, entre los años 1333 y 1324 antes de Cristo. "Tutankamón padecía malaria severa y también tenía los huesos muy débiles, además de una deformación en la pierna izquierda que le obligaba a caminar con dificultad", explica a Público el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass.

"También parece que no le llegaba el flujo sanguíneo a algunos tejidos, así que caminaba con bastones, como evidencian las 130 garrotas que se encontraron en su tumba. La causa de su muerte fue un accidente que fracturó su pierna izquierda", añade.

Hawass presenta hoy en El Cairo el estudio más esperado de la egiptología: la autopsia de Tutankamón. Desde que el británico Howard Carter descubrió su tumba en el Valle de los Reyes en 1922, los arqueólogos han intentado explicar la temprana muerte del faraón, a los 19 años, y sus rasgos femeninos, apreciables en las esculturas de la época. Con todas las teorías que hay sobre la mesa se podría hacer el temario de un curso de medicina.

Colección de enfermedades
Según algunos investigadores, Tutankamón sufría el síndrome de Marfan, una enfermedad genética que explicaría su rostro afilado y la longitud excesiva de sus brazos y piernas. Otros estudiosos propusieron el síndrome de Antley-Bixler, una patología extremadamente rara que impide la fusión correcta de los huesos del cráneo. Y la lista de dolencias achacadas al joven faraón incluye el síndrome de Klinefelter, una anomalía de los cromosomas sexuales que se manifiesta en los hombres en un pene pequeño y un agrandamiento de las mamas; un retraso mental asociado al síndrome de Wilson-Turner y un síndrome de exceso de aromatasa, que también implicaría un excesivo desarrollo de sus pechos. La nueva autopsia ha descartado todas estas hipótesis, propuestas a partir de representaciones artísticas, sin estudios científicos de los restos del paciente.

El nuevo análisis, que se publica en la revista JAMA, de la Asociación Médica de EEUU, ha estudiado el ADN de 11 momias, incluida la de Tutankamón, que presuntamente pertenecían a la familia del faraón. En cuatro de ellas, incluida la del muchacho, han aparecido genes específicos del Plasmodium falciparum, el parásito causante de la malaria en los seres humanos. Las conclusiones de los investigadores desmitifican la imagen de Tutankamón: "Deberíamos imaginárnoslo como un joven aunque frágil rey, que necesitaba bastones para caminar a causa de la necrosis de sus huesos, en ocasiones dolorosa, provocada por la enfermedad de Köhler II, sumada a la oligodactilia". El faraón, que controlaba el mayor imperio de la antigüedad, era un chaval cojo con menos falanges de las normales en su pie derecho y un pie izquierdo malformado.

Frutas contra la fiebre
"Una repentina fractura de su pierna izquierda, posiblemente producida por una caída, pudo degenerar en un pronóstico muy grave a consecuencia de la malaria", continúa el estudio, en el que han colaborado, además de los científicos egipcios, investigadores de la Universidad alemana de Tubinga y del Instituto para las Momias y el Hombre del Hielo de Bolzano, en Italia. A juicio de los autores del trabajo, el hallazgo en la tumba del faraón de semillas, frutos y hojas, posiblemente utilizados como tratamiento médico contra el dolor y la fiebre, apoya este diagnóstico.

Pero averiguar cómo se cayó el rey será más difícil. Hace casi 20 años, el egiptólogo estadounidense Dennis Forbes sugirió que Tutankamón se partió la pierna al caer de un carro de guerra, como los que se encontraron en su tumba. Hawass, el hombre que controla todos los secretos de las pirámides, es más escéptico. "La caída pudo ser desde un carro, pero no hay ninguna evidencia para probarlo. Sus huesos eran tan débiles que cualquier caída pudo romperlos", matiza.

De lo que sí están seguros los autores es de que Tutankamón no tenía un físico afeminado, como se ha especulado durante años. Según el equipo, las representaciones andróginas del faraón son consecuencia del nuevo arte surgido de la reforma religiosa de su predecesor, Akenatón. El estudio despeja cualquier duda: "El pene de Tutankamón, que ya no está conectado al cuerpo, está bien desarrollado".

El análisis de las 11 momias reales también ha servido para desenredar los orígenes de Tutankamón, discutidos durante decenios por los egiptólogos. Según el nuevo estudio, el muchacho era, definitivamente, hijo de Akenatón, el faraón que llevó a cabo la primera reforma religiosa de la historia, al imponer el culto al dios Atón, representado como un gran disco solar, para aplastar al hasta entonces todopoderoso clero de Amón. La casta sacerdotal desapareció, y Akenatón se convirtió en el único representante de dios en la Tierra.

¿Hijo de Nefertiti?
Hasta aquí, ninguna sorpresa. El controvertido Akenatón era el candidato favorito de los egiptólogos a la paternidad de Tutankamón, pero Albert Zink, coautor del estudio, sugiere una novedad completamente inesperada. Otra momia, encontrada en la tumba KV35 del Valle de los Reyes, parece ser la madre del joven faraón. Y según Zink, director del Instituto para las Momias y el Hombre del Hielo de Bolzano, podría tratarse de Nefertiti, esposa de Akenatón y otra de las figuras célebres del Antiguo Egipto. Próximos análisis dirán si esta hipótesis es cierta.

Hasta la fecha, se pensaba que Tutankamón era hijo de Kiya, otra de las mujeres del harén de Akenatón. Si se confirma la teoría, el culebrón sería completo. El faraón se casó con su hermana, Anjesenamón, también hija de Akenatón y Nefertiti.

En un comunicado, Zink se vanagloria de haber abierto, con este estudio, "una dimensión completamente nueva en la egiptología médica y molecular". Sin embargo, el editorial de la revista JAMA es más crítico con este salto. La publicación médica cita el estudio del ADN de los descendientes del tercer presidente de EEUU, Thomas Jefferson, y de una de sus esclavas, Sally Hemings. Los análisis, llevados a cabo en 1998, mostraron que ambos tuvieron al menos un hijo juntos.

"Está poco claro cuáles serán las directrices éticas con las que se guiarán las próximas investigaciones genéticas en el corazón de la historia humana. ¿Cuáles serán las reglas para exhumar cuerpos con el fin de resolver molestos puzles patológicos?", se pregunta la revista. "¿Están los personajes históricos sometidos a la misma política de privacidad que disfrutan los ciudadanos anónimos después de la muerte?", añade el editorial. El principal autor de la autopsia de Tutankamón, más de 3.000 años después de su muerte, lo tiene claro. "Es el trabajo más científico posible", zanja Hawass.

---La malaria y una enfermedad ósea causaron la muerte prematura de Tutankamón a los 19 años de edad, según un estudio paleogenético que también revela su linaje y que con toda probabilidad era hijo del faraón Akenatón.

Los resultados de la investigación, llevada a cabo entre septiembre de 2007 y octubre de 2009 por Zahi Hawass, del Consejo Supremo de Antigüedades de El Cairo y sus colegas, se publican en la última edición de la revista científica JAMA.

El estudio echa luz sobre algunos de los misterios que rodean al faraón más conocido de la egiptología, tales como la causa de su temprana muerte en el noveno año de su reinado - objeto de numerosas hipótesis que incluyen el asesinato - y su parentesco con otros miembros de la familia real.

Los científicos llevaron a cabo exhaustivos análisis antropológicos, radiológicos y del ADN de la momia de Tutankamón y otras diez momias de la época (entre 1410 y 1324 a.C) posiblemente emparentadas con él, de las cuales sólo se conocía a ciencia cierta la identidad de tres.

El estudio permitió poner nombres a varias de las momias anónimas, entre ellas la KV35EL que fue identificada como la de Tiye, madre del faraón Akenatón y abuela de Tutankamón, y la misteriosa momia KV55, que con toda probabilidad es la de Akenatón, padre del que fue el último rey legítimo de la dinastía XVIII (entre 1550 y 1295 a.C)

Según sus conclusiones, el lazo paterno-filial entre Akenatón y Tutankamón se desprende de los numerosos rasgos antropológicos característicos y del grupo sanguíneo idéntico que comparten ambas momias.

Las investigaciones genéticas permitieron reconstruir el linaje inmediato de Tutankamón durante cinco generaciones.

Los científicos hallaron varias patologías como el mal de Kohler, que consiste en una necrosis avascular (por falta de riego sanguíneo) del hueso navicular del pie, y la presencia del parásito de la malaria en la momia de Tutankamón, así como en las de varios de sus familiares.

"Estos resultados señalan a la necrosis avascular ósea y la malaria como causas más probables de la muerte de Tutankamón", un diagnóstico que se ve corroborado por el hallazgo de bastones para andar y de toda una farmacia dentro de su tumba, según los autores.

El estudio también desmiente que el faraón sufriera de ginecomastia, un desarrollo exagerado de los pechos en los varones, o del síndrome de Marfan, que se caracteriza por una longitud excesiva de los miembros.

Esas enfermedades han sido sugeridas a raíz de los objetos hallados en las tumbas y de las representaciones artísticas de los faraones y su entorno en el período de Amarna, que muestran rasgos andróginos.

"Es importante destacar que los antiguos reyes egipcios tenían por costumbre ser representados junto con sus familias de un modo idealizado", explican los autores.

El Período de Amarna se desarrolló durante la segunda mitad de la Dinastía XVIII de Egipto y estuvo marcado por el reinado de Amenhotep IV, quien adoptó el nombre de Akenatón para reflejar el cambio de una religión politeísta a otra en la que sólo se adoraba al dios-sol Atón.

Los autores de la investigación afirman que ésta abre un nuevo campo de estudio en la genealogía molecular y la paleogenética de las enfermedades en la época de los faraones.

"Se puede establecer una nueva disciplina científica llamada egiptología molecular que combine las ciencias naturales, las ciencias de la vida y la cultura, las humanidades, la medicina y otros campos", dicen.

En un editorial en el mismo número de JAMA, el historiador de la medicina Howard Markel, de la Universidad de Michigan, se pregunta sin embargo sobre la utilidad y la ética de este tipo de estudios."Antes de molestar a los muertos con las perspicaces maravillas de la ciencia médica del siglo XXI", señala Markel, es esencial "considerar las implicaciones éticas de estas pesquisas, para evitar abrir la caja de Pandora de la historia".

Fuente:
Público / EPA
Fecha: 16/02/2010

No hay comentarios: