La mayor congregación de pinturas se encuentra en la Cueva de las Manos propiamente dicha, que posee 24 metros de profundidad, 15 metros de ancho en la entrada y alrededor de 10 metros de altura hasta el comienzo de la visera.
En los paredones y aleros que rodean a la caverna, los antecesores de los tehuelches también dejaron sus huellas, que se encuentran en excelente estado de conservación. Sin duda, las estampas más características son las manos realizadas con la técnica de negativo. Si bien los arqueólogos dan cuenta de la existencia de más de dos mil figuras, se pueden identificar claramente 829 manos de variadas tonalidades y tamaños, correspondientes a diversos períodos. Acompañados por los guías de sitio, los visitantes también divisan en las rocas representaciones de animales como guanacos, choiques (ñandúes patagónicos) y matuastos (lagartijas autóctonas); escenas de caza con figuras humanas; y dibujos abstractos como líneas de puntos, círculos y trazos en zigzag.
Resulta ineludible preguntarse por qué los primitivos habitantes de estas tierras decoraron el lugar con las imágenes de sus manos. Si bien continúa siendo un enigma, las teorías generalizadas indican que se trataría de una rogativa, un ritual de sanación o simplemente que fueron estampadas con la intención de indicar las sucesivas etapas de la vida, ya que hay palmas pequeñas, medianas y grandes.
Las pinturas fueron realizadas con pigmentos minerales de la región, que brindan tonalidades rojas, ocres, amarillas, violáceas y verdes; óxido de manganeso (negro) y blanco. En cuanto a las técnicas, prevalece la del sopleteado, empleada para los negativos de las manos, y se piensa que además fueron utilizados hisopos, pinceles hechos con huesos de animales y los dedos como aplicadores.
Las representaciones más llamativas de este gran mural situado a la vera del cañadón del río Pinturas incluyen una mano con seis dedos, figuras de guanacas preñadas y un par de manos, derecha e izquierda, correspondientes a una misma persona.
La Cueva de las Manos es la evidencia fiel de una cultura cazadora-predadora (9.300 a.C. - 700 d.C.) que, a través de su arte, ha legado demostraciones de sus costumbres, técnicas de caza, ritos y creencias, su relación con el medio ambiente y las condiciones en que desarrollaban su vida, hechos que han quedado protegidos por el cañadón del río Pinturas.
Fuente: Hostnews
Fecha: 17/02/2010
En los paredones y aleros que rodean a la caverna, los antecesores de los tehuelches también dejaron sus huellas, que se encuentran en excelente estado de conservación. Sin duda, las estampas más características son las manos realizadas con la técnica de negativo. Si bien los arqueólogos dan cuenta de la existencia de más de dos mil figuras, se pueden identificar claramente 829 manos de variadas tonalidades y tamaños, correspondientes a diversos períodos. Acompañados por los guías de sitio, los visitantes también divisan en las rocas representaciones de animales como guanacos, choiques (ñandúes patagónicos) y matuastos (lagartijas autóctonas); escenas de caza con figuras humanas; y dibujos abstractos como líneas de puntos, círculos y trazos en zigzag.
Resulta ineludible preguntarse por qué los primitivos habitantes de estas tierras decoraron el lugar con las imágenes de sus manos. Si bien continúa siendo un enigma, las teorías generalizadas indican que se trataría de una rogativa, un ritual de sanación o simplemente que fueron estampadas con la intención de indicar las sucesivas etapas de la vida, ya que hay palmas pequeñas, medianas y grandes.
Las pinturas fueron realizadas con pigmentos minerales de la región, que brindan tonalidades rojas, ocres, amarillas, violáceas y verdes; óxido de manganeso (negro) y blanco. En cuanto a las técnicas, prevalece la del sopleteado, empleada para los negativos de las manos, y se piensa que además fueron utilizados hisopos, pinceles hechos con huesos de animales y los dedos como aplicadores.
Las representaciones más llamativas de este gran mural situado a la vera del cañadón del río Pinturas incluyen una mano con seis dedos, figuras de guanacas preñadas y un par de manos, derecha e izquierda, correspondientes a una misma persona.
La Cueva de las Manos es la evidencia fiel de una cultura cazadora-predadora (9.300 a.C. - 700 d.C.) que, a través de su arte, ha legado demostraciones de sus costumbres, técnicas de caza, ritos y creencias, su relación con el medio ambiente y las condiciones en que desarrollaban su vida, hechos que han quedado protegidos por el cañadón del río Pinturas.
Fuente: Hostnews
Fecha: 17/02/2010
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