martes, 11 de mayo de 2010

El comportamiento de los chimpancés frente a la muerte

¿Sólo los seres humanos somos conscientes del fin de la vida y sus implicaciones? ¿Sólo nosotros experimentamos la perdida y vivimos el luto? ¿Desde cuándo en nuestro camino evolutivo comprendimos que un cuerpo inerte es un cuerpo muerto? Con miras a proporcionar elementos para dar respuesta a preguntas como éstas, el pasado mes de abril la revista Current Biology publicó un par de correspondencias sobre el comportamiento de grupos de chimpancés frente a la muerte de alguno de sus integrantes.

La muerte de Pansy
La primera de estas cartas describe el caso de Pansy, una chimpancé de más de 50 años que vivía en el Safari Park de Drummond en el Reino Unido, junto con su hija Rosie de 20 años, Blossom de 50 años y su hijo Chippy de 20. En diciembre de 2008, tras semanas de una salud deteriorada, Pansy dejó su lugar de reposo y se movió hasta el lugar donde había dormido su hija la noche anterior. Alrededor de las 16 hrs comenzó a presentar problemas para respirar. Ante las señales de una muerte inminente el responsable del área Alasdair Gillies permitió que el resto del grupo se reuniera con ella y dejó dos cámaras grabando la escena.

El registro en video mostró que tras la muerte de Pansy los otros la acicalaron, la tocaron y sacudieron varias veces, incluso Chippy, quien en 29 días de observación sólo había hecho una exhibición agresiva esa noche hizo tres, que consistieron en brincar sobre la plataforma, saltar en el aire y con ambas manos golpear el torso del cadáver.

Al día siguiente, los tres chimpancés miraron en silencio como el cuerpo de Pansy era retirado. Al atardecer, cuando debían entrar en al estancia nocturna, Rosie y Blossom titubearon y Chippy se negó a entrar emitiendo gritos de alarma lo que provocó que las dos hembras regresarán sobre sus pasos. Durante cinco noches durmieron en su estancia diurna hasta que Rosie decidió volver a dormir en la plataforma donde había muerto su madre.

Los autores de esta correspondencia compararon este caso con el de dos chimpancés en libertad que murieron traumáticamente. El primero de estos casos es el de un adulto en Gombe que murió tras caer de un árbol. Los chimpancés presentes realizaron exhibiciones agresivas y llamados de alarma, mirarón y olfatearón el cuerpo pero nadie lo tocó y cuatro horas después lo abandonaron. El otro caso corresponde a una adolescente en Taï Forest que murió tras el ataque de un leopardo. En este caso el contacto de los miembros del grupo con el cadáver fue frecuente, algunos machos hicieron exhibiciones agresivas y abandonaron los restos seis horas después.

Tras comparar los tres casos, los autores concluyeron que los chimpancés son concientes de la muerte y que presentan autoconciencia, empatía y variaciones culturales en muchos comportamientos.

La madre chimpancé ante su cría muerta
La segunda correspondencia relata tres casos donde las madres chimpancé cargan a sus crías muertas por días hasta que por fin las abandonan. El primer caso ocurrió en 1992 cuando Jire perdió a su hijo Jokro de 2.5 años a causa de una enfermedad respiratoria. Tras la muerte ella cargo los restos de su cría por 27 días, lo acicaló con regularidad, durmió cerca de él y mostró angustia cuando se separaron.

Los otros dos casos ocurrieron en 2003 durante una epidemia de enfermedades respiratorias en Bossou Guinea, la cual cobró la vida de Jimato de 1.2 años y Veve de 2.6 años. En el caso de Jimato, sus restos fueron trasladados por su madre Jira durante 68 días, mientras que el cuerpo sin vida de Veve, solo fue cargado por su madre Vuavua 19 días.

En ambos casos los cuerpos se momificaron y los miembros de su grupo no presentaron aversión a los restos a pesar del olor a descomposición y la apariencia poco usual. A la luz de estos hechos los autores se cuestionarón si las madres eran concientes de que sus hijos habían muerto puesto que en un lapso posterior a la muerte los trataron como infantes vivos, sin embargo, para trasladarlos usaron técnicas inusuales que sólo utilizan las madres con crías que presentan alguna discapacidad, por lo que creen sí son concientes de ello.

Otra interrogante que se plantearon es por qué al final las madres abandonarón los restos de sus pequeños. Una opción es la perdida accidental del cuerpo y la imposibilidad para recuperarla y otra son los cambios fisiológicos como el restablecimiento del ciclo reproductivo tras el cese de la lactancia, que puede favorecer al surgimiento de un sentimiento de “dejarlo ir”.

No sé si podemos llamar a estos comportamientos “luto y resignación chimpancé” haciendo una analogía con el comportamiento de nuestra especie frente a la muerte, lo que queda claro es que el fin de la vida no es un hecho que pasa desapercibido entre otras especies animales. Además, como en el caso de los chimpancés genera comportamientos atípicos que varían de un grupo a otro y de un tipo de muerte a otra.

Las correspondencias pueden consultarse en el siguiente vínculo:
http://www.cell.com/current-biology/issue?pii=S0960-9822%2810%29X0008-2


Nota: El resumen es de acceso libre y los textos completos son de acceso restringido.

Hemerogrfía
- Anderson James R., Aladair Gillies y Louise C. Lock. Pan thanatology en: Current Biology. Abril, 2010. Volumen 20, Issue 8. Sección: Correspondences Consultado en línea: el 28 de abril de 2010.
- Biro Dora, Tatiana Humle, Kathelijne Koops, Claudia Sousa, Misado Hayashi y Tetsuro Matsuzawa. Chimpanze mohers at Bossou Guinea carry the mummifies remains of their dead infants en: Current Biology. Abril, 2010. Volumen 20, Issue 8. Sección: Correspondences Consultado en línea: el 28 de abril de 2010.

Autor: Gabriela Espinosa Verde
Fuente: Antropología Física ¿Para qué?

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