Lejos de la imagen literaria y cinematográfica del vampiro, en la Baja Edad Media eran consideradas como tales personas con deformidades físicas. En vida se les tenía miedo y una vez muertos sus vecinos trataban de asegurarse de que no volvieran del más allá tomando medidas, cuanto menos, curiosas.
En la Baja Edad Media, cualquier persona con algún defecto físico como el ser jorobado, tener las articulaciones curvadas, la cara deformada o el cráneo prolongado, era susceptible de ser tachada de vampiro.
El reciente descubrimiento de la tumba de uno de estos seres en lo que fue un importante asentamiento del siglo IX en el Imperio de la Gran Moravia (actual territorio checo y eslovaco) ha alegrado a los arqueólogos que trabajaban en la zona, proporcionándoles un rico material de estudio.
Según recoge la web de Radio Praga, la tumba ha sido localizada en la colina de Modrá, cerca de Uherské Hradistě, donde desde los años 50 se realizan excavaciones científicas.
El jefe del departamento arqueológico del Museo de Moravia Eslovaca Uherské Hradistě, Miroslav Vaskových, apunta que a estos vampiros se les temía y huía en vida y que era conocido que sus vecinos, a su muerte, hacían todo lo posible para evitar una hipotética resurrección y que se aparecieran en sus hogares asustándolos. No es que estos seres se dedicaran a chupar sangre, pero sí se pensaba que podían atraer grandes males.
La importancia del descubrimiento del llamado 'vampiro de Modrá' radica en el hecho de que viene a confirmar lo que la creencia popular daba por seguro, al margen de lo nuevo que pueda aportar una vez concluidas las investigaciones.
Según Radio Praga, el foso de la tumba del vampiro fue cubierto con piedras para que no pudiera salir y que éstas a su vez fueron quemadas por el efecto purificador que se le atribuía al fuego. Además, el cuerpo del difunto se metió en un espacio de sólo 30 centímetros de profundidad "para que se sintiera incómodo" y se le machacó la cara con una piedra, otra práctica habitual con la que se castigaba a estos individuos tras su muerte. Enterrarlos atados o atrapados en un cepo de campaña también entraba entre lo normal en aquella época.
Algo que sorprende saber sobre el 'vampiro de Modrá' es que posiblemente se tratase de un niño, pues las primeras investigaciones no consideran que este individuo midiera más de 1,30 metros.
Fuente: http://www.eleconomista.es/
Fecha: 01/05/2010
En la Baja Edad Media, cualquier persona con algún defecto físico como el ser jorobado, tener las articulaciones curvadas, la cara deformada o el cráneo prolongado, era susceptible de ser tachada de vampiro.
El reciente descubrimiento de la tumba de uno de estos seres en lo que fue un importante asentamiento del siglo IX en el Imperio de la Gran Moravia (actual territorio checo y eslovaco) ha alegrado a los arqueólogos que trabajaban en la zona, proporcionándoles un rico material de estudio.
Según recoge la web de Radio Praga, la tumba ha sido localizada en la colina de Modrá, cerca de Uherské Hradistě, donde desde los años 50 se realizan excavaciones científicas.
El jefe del departamento arqueológico del Museo de Moravia Eslovaca Uherské Hradistě, Miroslav Vaskových, apunta que a estos vampiros se les temía y huía en vida y que era conocido que sus vecinos, a su muerte, hacían todo lo posible para evitar una hipotética resurrección y que se aparecieran en sus hogares asustándolos. No es que estos seres se dedicaran a chupar sangre, pero sí se pensaba que podían atraer grandes males.
La importancia del descubrimiento del llamado 'vampiro de Modrá' radica en el hecho de que viene a confirmar lo que la creencia popular daba por seguro, al margen de lo nuevo que pueda aportar una vez concluidas las investigaciones.
Según Radio Praga, el foso de la tumba del vampiro fue cubierto con piedras para que no pudiera salir y que éstas a su vez fueron quemadas por el efecto purificador que se le atribuía al fuego. Además, el cuerpo del difunto se metió en un espacio de sólo 30 centímetros de profundidad "para que se sintiera incómodo" y se le machacó la cara con una piedra, otra práctica habitual con la que se castigaba a estos individuos tras su muerte. Enterrarlos atados o atrapados en un cepo de campaña también entraba entre lo normal en aquella época.
Algo que sorprende saber sobre el 'vampiro de Modrá' es que posiblemente se tratase de un niño, pues las primeras investigaciones no consideran que este individuo midiera más de 1,30 metros.
Fuente: http://www.eleconomista.es/
Fecha: 01/05/2010
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