Hace un mes fueron encontrados nuevos restos indígenas en la Hacienda Terreros, en el municipio de Soacha. En la Hacienda El Carmen, de Usme, han hallado 103.
Hace dos años, los bogotanos fueron testigos de un hallazgo arqueológico sin precedentes en terrenos de la Hacienda El Carmen, en Usme: restos indígenas salieron a flote mientras se removía la tierra en un predio destinado para edificar un proyecto de vivienda de interés social.
En ese entonces, los arqueólogos dieron cuenta de la existencia de 40 tumbas frente a las 1.500 que allí podrían existir. A la fecha ya han excavado 103 y se sabe que datan de los siglos XII y XIII, por las pruebas de carbono-14 practicadas a las osamentas muiscas.
Hoy, la historia parece repetirse en la hacienda Terreros, ubicada en la comuna cuatro del municipio de Soacha. El mes pasado, tres restos indígenas quedaron al descubierto tras la remoción de tierra por parte de una retroexcavadora que adelanta allí un proyecto de vivienda.
"Esta aparición ocurrió a escasos metros de la casa de la Hacienda -afirma el arqueólogo Juan Carlos Rodríguez, coordinador de Patrimonio de la Dirección de Cultura de la alcaldía de Soacha-. Se recogieron fragmentos de huesos pero la zona está sin excavar porque no hay recursos para hacerlo. No sabemos de qué dimensiones es el cementario".
Este 'nuevo tesoro' queda cerca del cementerio hallado en Tibanica en el 2007, donde se encontraron más de 600 tumbas en 2,5 hectáreas (la U. de los Andes está a cargo de los restos). La de Terreros es de 6,7. "El potencial arqueológico de Soacha es impresionante, pero no ha sido recuperado de manera adecuada, pues ha estado expuesto al proceso no planificado de desarrollo urbano", dice Rodríguez.
Según él, algunas constructoras no dan cuenta de la aparición de los restos y se los llevan por delante.
Historia en Hacienda El carmen
Algo similar ocurrió en Usme, donde las máquinas alteraron algunas tumbas. Unas conservan intacto el complejo funerario; otras, piedras y fragmentos de huesos y de cerámicas. Estas últimas, en particular, revisten un valor religioso en el ajuar funerario muisca.
En la Hacienda El Carmen, arqueólogos de la Universidad Nacional que trabajan en la zona ya identificaron ocho hectáreas -de las 30 que tiene el lugar- con alto potencial arqueológico.
Luisa Ramírez es una de ellas. Esta arqueóloga de 25 años se ha topado con rasgos interesantes a partir del análisis de los cuerpos allí enterrados entre los años 1200 y 1600.
"Trabajar con esqueletos es provechoso, pues hablan sobre enfermedades, nutrición, sexo y edad", dice Luisa. En los huesos ha encontrado indicios de tuberculosis, osteoporosis, artritis y sífilis; también, historias de enfermedad periodontal por mala higiene bucal.
"Los dedos de las manos y los dientes eran su instrumento de trabajo. Los primeros se deforman y eso se ve en las falanges. En las piezas dentales observamos un desgaste profundo y pronunciado que no es parejo", añade.
La mayoría de los cuerpos están enterrados hacia el oriente y hacia el sur. Algunos en posición fetal o extendidos. Las hipótesis que al respecto se manejan es que este modo de entierro se relaciona, al parecer, con el estatus social del muerto y su forma de morir (un suicidio era visto de manera distinta a un homicidio o una muerte accidental). De la mayoría de ellos no se conoce la causa específica de deceso, sólo de dos en particular por los orificios que tienen en el cráneo y en el fémur, causados por un proyectil disparado de un arma española.
Los restos son trasladados al laboratorio de la Universidad Nacional para limpieza, restauración (según el caso) y conservación.
A corto plazo se proyecta construir un parque arqueológico en la hacienda para que la gente visite esta riqueza.
No a la guaquería, dice el ICANH
Tanto en Tibanica y Portalegre (Soacha) como en Usme, los cementerios indígenas han salido a flote tras la remoción de tierra para construir vivienda de interés social.
En el proceso de excavación, algunos han hecho de las suyas para extraer las piezas arqueológicas que allí reposan y desaparecer este patrimonio cultural. Las personas llegan allí por curiosidad y se llevan lo que encuentran.
"Le hago un llamado a la gente para que evite la guaquería y si tiene piezas las registre ante nosotros", dice la arqueóloga Alejandra Valdervi, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Eduardo Forero, arqueólogo de esta misma entidad, afirma que en el mes se registran una o dos llamadas sobre hallazgos fortuitos de riquezas arqueológicas. El sitio que con mayor frecuencia las reporta es Soacha, particularmente cerca de las urbanizaciones que se hacen en esa zona. Eventualmente se presentan en Suba.
"Las firmas constructoras que encuentren las piezas están obligadas a reportar de inmediato el hallazgo y hacer estudios de arqueología", dice Forero.
Hace 20 años se encontraron tumbas indígenas en los barrios Candelaria la Nueva y Las Delicias. En el municipio de Soacha hay sitios excavados en los abrigos rocosos del Tequendama, en Aguazuque, Potrero Alto, Herreros, Terragrande y Hacienda Terreros.
Fuente: El Tiempo
Fecha: 02/05/2010
Hace dos años, los bogotanos fueron testigos de un hallazgo arqueológico sin precedentes en terrenos de la Hacienda El Carmen, en Usme: restos indígenas salieron a flote mientras se removía la tierra en un predio destinado para edificar un proyecto de vivienda de interés social.
En ese entonces, los arqueólogos dieron cuenta de la existencia de 40 tumbas frente a las 1.500 que allí podrían existir. A la fecha ya han excavado 103 y se sabe que datan de los siglos XII y XIII, por las pruebas de carbono-14 practicadas a las osamentas muiscas.
Hoy, la historia parece repetirse en la hacienda Terreros, ubicada en la comuna cuatro del municipio de Soacha. El mes pasado, tres restos indígenas quedaron al descubierto tras la remoción de tierra por parte de una retroexcavadora que adelanta allí un proyecto de vivienda.
"Esta aparición ocurrió a escasos metros de la casa de la Hacienda -afirma el arqueólogo Juan Carlos Rodríguez, coordinador de Patrimonio de la Dirección de Cultura de la alcaldía de Soacha-. Se recogieron fragmentos de huesos pero la zona está sin excavar porque no hay recursos para hacerlo. No sabemos de qué dimensiones es el cementario".
Este 'nuevo tesoro' queda cerca del cementerio hallado en Tibanica en el 2007, donde se encontraron más de 600 tumbas en 2,5 hectáreas (la U. de los Andes está a cargo de los restos). La de Terreros es de 6,7. "El potencial arqueológico de Soacha es impresionante, pero no ha sido recuperado de manera adecuada, pues ha estado expuesto al proceso no planificado de desarrollo urbano", dice Rodríguez.
Según él, algunas constructoras no dan cuenta de la aparición de los restos y se los llevan por delante.
Historia en Hacienda El carmen
Algo similar ocurrió en Usme, donde las máquinas alteraron algunas tumbas. Unas conservan intacto el complejo funerario; otras, piedras y fragmentos de huesos y de cerámicas. Estas últimas, en particular, revisten un valor religioso en el ajuar funerario muisca.
En la Hacienda El Carmen, arqueólogos de la Universidad Nacional que trabajan en la zona ya identificaron ocho hectáreas -de las 30 que tiene el lugar- con alto potencial arqueológico.
Luisa Ramírez es una de ellas. Esta arqueóloga de 25 años se ha topado con rasgos interesantes a partir del análisis de los cuerpos allí enterrados entre los años 1200 y 1600.
"Trabajar con esqueletos es provechoso, pues hablan sobre enfermedades, nutrición, sexo y edad", dice Luisa. En los huesos ha encontrado indicios de tuberculosis, osteoporosis, artritis y sífilis; también, historias de enfermedad periodontal por mala higiene bucal.
"Los dedos de las manos y los dientes eran su instrumento de trabajo. Los primeros se deforman y eso se ve en las falanges. En las piezas dentales observamos un desgaste profundo y pronunciado que no es parejo", añade.
La mayoría de los cuerpos están enterrados hacia el oriente y hacia el sur. Algunos en posición fetal o extendidos. Las hipótesis que al respecto se manejan es que este modo de entierro se relaciona, al parecer, con el estatus social del muerto y su forma de morir (un suicidio era visto de manera distinta a un homicidio o una muerte accidental). De la mayoría de ellos no se conoce la causa específica de deceso, sólo de dos en particular por los orificios que tienen en el cráneo y en el fémur, causados por un proyectil disparado de un arma española.
Los restos son trasladados al laboratorio de la Universidad Nacional para limpieza, restauración (según el caso) y conservación.
A corto plazo se proyecta construir un parque arqueológico en la hacienda para que la gente visite esta riqueza.
No a la guaquería, dice el ICANH
Tanto en Tibanica y Portalegre (Soacha) como en Usme, los cementerios indígenas han salido a flote tras la remoción de tierra para construir vivienda de interés social.
En el proceso de excavación, algunos han hecho de las suyas para extraer las piezas arqueológicas que allí reposan y desaparecer este patrimonio cultural. Las personas llegan allí por curiosidad y se llevan lo que encuentran.
"Le hago un llamado a la gente para que evite la guaquería y si tiene piezas las registre ante nosotros", dice la arqueóloga Alejandra Valdervi, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Eduardo Forero, arqueólogo de esta misma entidad, afirma que en el mes se registran una o dos llamadas sobre hallazgos fortuitos de riquezas arqueológicas. El sitio que con mayor frecuencia las reporta es Soacha, particularmente cerca de las urbanizaciones que se hacen en esa zona. Eventualmente se presentan en Suba.
"Las firmas constructoras que encuentren las piezas están obligadas a reportar de inmediato el hallazgo y hacer estudios de arqueología", dice Forero.
Hace 20 años se encontraron tumbas indígenas en los barrios Candelaria la Nueva y Las Delicias. En el municipio de Soacha hay sitios excavados en los abrigos rocosos del Tequendama, en Aguazuque, Potrero Alto, Herreros, Terragrande y Hacienda Terreros.
Fuente: El Tiempo
Fecha: 02/05/2010
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