lunes, 21 de septiembre de 2009

El singular modo de moverse de los orangutanes en las copas de los árboles

El movimiento a través de una compleja maraña de pequeñas ramas en las alturas de las selvas tropicales constituye un importante desafío para los animales que buscan alimento y cobijo allí. Puede ser particularmente peligroso para los animales grandes, para quienes una caída desde 30 metros de altura puede ser fatal. Los científicos descubrieron que las peligrosas vibraciones de los árboles, ocasionadas por el viento y por el propio movimiento de los animales, pueden ser contrarrestadas por la habilidad del orangután de moverse con un ritmo irregular.

El reto afrontado por el orangután es similar a los apuros con los que se tropezaron los ingenieros poco después de inaugurarse el inesperadamente tambaleante Puente del Milenio en Londres. Los problemas con el Puente del Milenio aparecían con una muchedumbre caminando en sincronía con el ligero movimiento lateral del puente. Este patrón de movimiento regular acentúa aún más al movimiento de balanceo de un puente así, tal como se demostró en aquel caso. Hay un problema similar en el movimiento de los animales a través de las copas de los árboles de la selva tropical, donde abundan las ramas de gran flexibilidad.

La mayoría de los animales, como el chimpancé, responden a este desafío flexionando sus miembros para aproximar más su cuerpo a las ramas. Los orangutanes, sin embargo, son los mamíferos arborícolas más grandes y por tanto probablemente se enfrentan a los apuros más graves debido a su peso. Si se mueven de un modo regular, de la misma manera que sus parientes más pequeños, provocan una situación de "puente tambaleante", y por ende el movimiento de las ramas aumenta.

Tal como ha comprobado el equipo de investigación, que observó orangutanes en Sumatra, estos simios han desarrollado una manera única de lidiar con este problema; ellos se mueven de una manera irregular que incluye andar erguidos, colgarse de manos y pies de las ramas, y balancear éstas. Gracias a todo ello, los orangutanes evitan las peligrosas oscilaciones rítmicas como las derivadas del andar humano sobre superficies propensas a bambolearse.

En el estudio han intervenido Robin Crompton, de la Escuela de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Liverpool, y Susannah Thorpe, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Birmingham.

Fuente:
Sólo Ciencia
Fecha: 18/09/2009

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