viernes, 18 de septiembre de 2009

El Viejo de Chapelle-aux-Saints, anatomía del error

A continuación reproducimos un artículo de opinión muy interesante aparecido en: El Neandertal tonto ¡qué timo!

En 1908 se hallaron y excavaron, en la cueva de Chapelle-aux-Saints, los restos de un neandertal. No fué el primer Homo neanderthalensis descubierto, ni tampoco el primero en ser reconocido como miembro de dicha especie. Pero sí que devino un fósil importante, por otras razones.

El esqueleto de Chapelle-aux-Saints es el modelo en el que se basaron las primeras -y decisivas- reconstrucciones de los neandertales. La imagen que se forjó entonces del Hombre de Neandertal ha pesado mucho en cómo lo imaginamos.

Los restos del "Viejo" de Chapelle-Aux-Saints fueron
estudiados por Marcellin Boule, quien lo describió como un pariente simiesco y brutal de la humanidad moderna, que caminaba arrastrando los pies y sólo parcialmente erguido.
La representación gráfica de esa criatura sub-humana corrió a cargo de un notable pintor e ilustador,
Frantizek Kupka, quien inmortalizó al Neandertal en su versión más bestial y salvaje.

Por desgracia, dicha imagen se basaba en datos insuficientes e interpretaciones erróneas.

A partir de los años 50 del siglo XX, trabajos sistemáticos de varios equipos distintos han vuelto sobre los restos originales del "Viejo". Destacan los trabajos de
Straus & Cave, Trinkaus, y Dawson & Trinkaus. Estos últimos han sido criticados, no obstante, por Tappen.

Con matices, todos los investigadores coinciden en que la caracterización de los neandertales hecha por Boule y retratada por Kupka se basa en algunos hechos, y muchos errores. Boule interpretó como si fueran rasgos propios de la especie neandertal numerosas patologías del esqueleto, en especial las relacionadas con la artrosis, y atrofias óseas relacionadas con la edad y la pérdida de dentición.

Lo más llamativo es que la imagen que nos ofrece hoy el "Viejo" de Chapelle-aux-Saints, a través de los diferentes estudios, es del todo opuesta a la de principios del siglo XX.

Ese fósil, junto con el de
Shanidar 1, nos habla de sociedades humanas que cuidaban de sus parientes enfermos y ancianos.

El "Viejo" tenía una artrosis grave en las vértebras cervicales y en un hombro. Había perdido los molares y tenía dañadas las encías. Probablemente padecía de sordera, al menos parcial. Una de sus rodillas estaba deformada y tenía un dedo del pie aplastado. Es muy improbable, por no decir imposible, que pudiera valerse por si mismo. Esto nos indica que en los grupos neandertales cuidaban de sus miembros ancianos. Este hecho sugiere la existencia de lazos de solidaridad bien establecidos, y de algún tipo de sistema de valores.

Además, el "Viejo" de Chapelle-aux-Saints, como otros fósiles neandertales, estaba enterrado en una fosa. La posición anatómica, los huesos en conexión, la posición en el espacio y la estratigrafía señalan a un enterramiento de tipo funerario.

Esa es una forma muy concreta de tratar un cadáver. Supone que se reconoce al difunto como tal, e implica un comportamiento ritual. Nos permite saber que existe alguna tipo de conceptualización de la muerte (desde la cognición), y un estatus del difunto (desde lo social). El enterramiento nos habla, por tanto, de comportamientos que reconocemos como plenamente humanos.

Un siglo después del descubrimiento del "Viejo" de la Chapelle-Aux-Saints, con todo lo que ha llovido, hay cosas que llaman la atención: Por ejemplo, es poco reconfortante que instituciones supuestamente solventes en lo científico, como el British Museum, sigan cayendo en el tópico del neandertal simiesco y brutal.

Autor: Millán Mozota
Fecha: 16/09/2009

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