En el norte de la provincia existe una rica prehistoria. Además de cientos de cuevas, se conservan dólmenes, menhires y monolitos primitivos. Ojo Guareña es uno de los complejos kársticos más importantes del mundo. La cueva de Sotoscueva es también rica en arte rupestre. Un grabado de Ojo Guareña podría representar una primera maternidad animal del arte europeo.
El hombre de Ojo Guareña es más cercano a nosotros que el hombre de Atapuerca. Habitó la gran gruta de Sotoscueva hace 15.000 años y dejó huellas. Sobre las paredes lavadas de las oquedades kársticas de Ojo Guareña, los primitivos rasparon siluetas animales y plasmaron docenas de pinturas prehistóricas. Dibujos y utensilios arcaicos han aparecido en otras zonas de la comarca como en las inmediaciones del desfiladero del Oca, entre Penches y Barcina de los Montes, en las cuevas de La Blanca y El Caballón. Vida primitiva hubo en los centenares de covachas que se contabilizan en el norte de la provincia. También se consideran construcciones prehistóricas las loberas, trampas ideadas para cazar animales. Tienen aspecto troglodita, la Isa de Cillaperlata, y ya en La Bureba, la peña El Elefante de Oña y la peña del Sol de Pino de Bureba, una cornisa de roca taladrada de oquedades.
Por el noroeste provincial se conservan un buen número de dólmenes y algún covatu como el de Cidad, realizados con grandes piedras que hoy tendría que mover una grúa. El dolmen de Cidad, en la carretera que sube de Santelices a Busnela, lo componen un amontonamiento de piedras primitivas que aprovechan una boina rocosa para formar un templo cerrado. Como construcción con cubierta es la más antigua de la comarca. Nada sabemos de su importancia original pero nunca en su larga historia ha necesitado reparaciones. Muy cerca, también en la Merindad de Valdeporres, en Robledo y Ahedo de las Pueblas hay dos dólmenes más.
El Moreco, el dolmen más grande de la comarca, se encuentra cerca de la Hoya de Huidobro, en Los Altos. Se trata de un túmulo megalítico de tipo corredor, formado con piedras de hasta tres toneladas de peso, que tuvo que ser reconstruido por las muchas profanaciones y saqueos que ha sufrido desde la antigüedad. La cámara circular, formada por diez grandes bloques de piedra, tiene cerca de veinte metros de diámetro y casi tres de altura y el pasillo una longitud de diez metros y medio. Conserva vestigios rojizos de pinturas. Un análisis de carbono 14 realizado a un trozo de madera encontrado en el lugar arrojó una datación de más de 5.000 años de antigüedad. Muy cerca hay otro dolmen interesante a las afueras de Villaescusa.
En los Altos del Butrón, se encuentra el dolmen de La Cotorrita, también de tipo corredor. Su cámara sepulcral está formado por ocho lajas de piedra y tiene más de dos metros de diámetro. En su interior, junto a un enterramiento fue encontrado un ajuar neolítico compuesto por algunos cuchillos de sílex, dos hachas de ofita pulimentadas y un punzón de hueso. En el Valle de Losa hay túmulos en Villalba de Losa (dolmen de Llorengoz) y en Villacián (dolmen de La Rasada).
En el Valle de Tobalina, a la entrada de la carretera de Mijaraluenga hay un amontonamiento de grandes lajas que podrían ser los restos de un menhir. Al menos en la zona esas piedras clavadas en la tierra son conocidas como el Menhir de Mijaraluenga. La mayoría de los rastros de la existencia de hombres primitivos en las cuevas han desaparecido expuestos a tantos milenios de historia. Posiblemente, eremitorios rupestres excavados en rocas areniscas como los de Presillas, Argés y en Tartalés de Cilla los eremitorios de La Horadada y la cueva de San Pedro tengan un antecedente paleolítico y sus señales fueron borradas por los nuevos inquilinos que los habitaron a partir de la Edad Media.
Pasaron los milenios y los hombres primitivos evolucionaron. Las familias hicieron clanes y formaron tribus. Hay un salto cualitativo de muchos siglos entre el hombre de Ojo Guareña y los autrigones, bárdulos, caristios y cántabros que poblaban el norte de la provincia de Burgos antes de que llegaran los romanos. Seguramente, eran igual de barbados, también irían envueltos en pieles, es probable que fueran algo más políticos, y sobre todo, más guerreros que el hombre de Ojo Guareña.
En el Monasterio de San Salvador de Oña hay expuestos restos prerromanos, cuatro aras que aparecieron en Barcina de los Montes en los años 70 del siglo pasado, dedicadas al dios Vurovio, nombre del que podría derivar el actual nombre de La Bureba. Restos líticos han aflorado por toda la extensión de la comarca, más que autrigones.
Kilómetros bajo tierra
El complejo kárstico de Ojo Guareña es uno de los más importantes del mundo. En el subsuelo de la Merindad de Sotoscueva y alrededores el agua ha labrado más de cien kilómetros de cuevas. Conocemos estas profundidades incógnitas a través de las imágenes que han tomado sus principales exploradores, el grupo espeleológico Edelweiss y algunos fotógrafos afortunados, como Alberto Rodrigo del DB, que han accedido a salas privadas al público. Así podemos ver las formas que ha esculpido el agua en el intestino de Las Merindades y las primeras muestras de arte humano.
Se desconoce casi todo sobre el hombre de Ojo Guareña pero podemos suponer que practicaba algún tipo de rito en el interior de la cueva. Además de una importancia científica, Ojo Guareña tiene un interés religioso porque ha sido lugar de culto desde los primeros tiempos.
En algunas salas como la de las Pinturas y la de la Fuente de la cueva de Sotoscueva hay pintados un caballo negro en el momento de ser lanceado o apresado con un lazo (podría ser un caballo losino), ciervos, cabras, un mamut; líneas de triángulos; en la roca hay raspados animales extraños, a menudo monstruosos, violentos, con grandes cuernos y fauces abiertas. Algunos parecen insectos; otros hojas.
En la cueva de Kaite, sobre una colada, hendida en la pared, con una línea suave y precisa hay dibujada una cierva que representa una muy primitiva maternidad animal. Se trata de la silueta de un cuadrúpedo que lleva otra silueta igual más pequeña grabada en su interior, en su tripa. Los dibujos de Ojo Guareña desconciertan y, como todo el arte primitivo, se abre a múltiples explicaciones. Se ignora la razón exacta de esos dibujos pero hoy, miles de años después, podemos interpretarlos acordes a una cultura artística.
En otra sala, unos individuos prehistóricos que se adentraron en la oscuridad de la cueva dejaron marcadas sus pisadas para siempre. Nada sabemos de aquella expedición humana. Pero en el entorno de Sotoscueva todo nos conecta con la prehistoria.
Fuente: De Burgos
Fecha: 21/06/2009
El hombre de Ojo Guareña es más cercano a nosotros que el hombre de Atapuerca. Habitó la gran gruta de Sotoscueva hace 15.000 años y dejó huellas. Sobre las paredes lavadas de las oquedades kársticas de Ojo Guareña, los primitivos rasparon siluetas animales y plasmaron docenas de pinturas prehistóricas. Dibujos y utensilios arcaicos han aparecido en otras zonas de la comarca como en las inmediaciones del desfiladero del Oca, entre Penches y Barcina de los Montes, en las cuevas de La Blanca y El Caballón. Vida primitiva hubo en los centenares de covachas que se contabilizan en el norte de la provincia. También se consideran construcciones prehistóricas las loberas, trampas ideadas para cazar animales. Tienen aspecto troglodita, la Isa de Cillaperlata, y ya en La Bureba, la peña El Elefante de Oña y la peña del Sol de Pino de Bureba, una cornisa de roca taladrada de oquedades.
Por el noroeste provincial se conservan un buen número de dólmenes y algún covatu como el de Cidad, realizados con grandes piedras que hoy tendría que mover una grúa. El dolmen de Cidad, en la carretera que sube de Santelices a Busnela, lo componen un amontonamiento de piedras primitivas que aprovechan una boina rocosa para formar un templo cerrado. Como construcción con cubierta es la más antigua de la comarca. Nada sabemos de su importancia original pero nunca en su larga historia ha necesitado reparaciones. Muy cerca, también en la Merindad de Valdeporres, en Robledo y Ahedo de las Pueblas hay dos dólmenes más.
El Moreco, el dolmen más grande de la comarca, se encuentra cerca de la Hoya de Huidobro, en Los Altos. Se trata de un túmulo megalítico de tipo corredor, formado con piedras de hasta tres toneladas de peso, que tuvo que ser reconstruido por las muchas profanaciones y saqueos que ha sufrido desde la antigüedad. La cámara circular, formada por diez grandes bloques de piedra, tiene cerca de veinte metros de diámetro y casi tres de altura y el pasillo una longitud de diez metros y medio. Conserva vestigios rojizos de pinturas. Un análisis de carbono 14 realizado a un trozo de madera encontrado en el lugar arrojó una datación de más de 5.000 años de antigüedad. Muy cerca hay otro dolmen interesante a las afueras de Villaescusa.
En los Altos del Butrón, se encuentra el dolmen de La Cotorrita, también de tipo corredor. Su cámara sepulcral está formado por ocho lajas de piedra y tiene más de dos metros de diámetro. En su interior, junto a un enterramiento fue encontrado un ajuar neolítico compuesto por algunos cuchillos de sílex, dos hachas de ofita pulimentadas y un punzón de hueso. En el Valle de Losa hay túmulos en Villalba de Losa (dolmen de Llorengoz) y en Villacián (dolmen de La Rasada).
En el Valle de Tobalina, a la entrada de la carretera de Mijaraluenga hay un amontonamiento de grandes lajas que podrían ser los restos de un menhir. Al menos en la zona esas piedras clavadas en la tierra son conocidas como el Menhir de Mijaraluenga. La mayoría de los rastros de la existencia de hombres primitivos en las cuevas han desaparecido expuestos a tantos milenios de historia. Posiblemente, eremitorios rupestres excavados en rocas areniscas como los de Presillas, Argés y en Tartalés de Cilla los eremitorios de La Horadada y la cueva de San Pedro tengan un antecedente paleolítico y sus señales fueron borradas por los nuevos inquilinos que los habitaron a partir de la Edad Media.
Pasaron los milenios y los hombres primitivos evolucionaron. Las familias hicieron clanes y formaron tribus. Hay un salto cualitativo de muchos siglos entre el hombre de Ojo Guareña y los autrigones, bárdulos, caristios y cántabros que poblaban el norte de la provincia de Burgos antes de que llegaran los romanos. Seguramente, eran igual de barbados, también irían envueltos en pieles, es probable que fueran algo más políticos, y sobre todo, más guerreros que el hombre de Ojo Guareña.
En el Monasterio de San Salvador de Oña hay expuestos restos prerromanos, cuatro aras que aparecieron en Barcina de los Montes en los años 70 del siglo pasado, dedicadas al dios Vurovio, nombre del que podría derivar el actual nombre de La Bureba. Restos líticos han aflorado por toda la extensión de la comarca, más que autrigones.
Kilómetros bajo tierra
El complejo kárstico de Ojo Guareña es uno de los más importantes del mundo. En el subsuelo de la Merindad de Sotoscueva y alrededores el agua ha labrado más de cien kilómetros de cuevas. Conocemos estas profundidades incógnitas a través de las imágenes que han tomado sus principales exploradores, el grupo espeleológico Edelweiss y algunos fotógrafos afortunados, como Alberto Rodrigo del DB, que han accedido a salas privadas al público. Así podemos ver las formas que ha esculpido el agua en el intestino de Las Merindades y las primeras muestras de arte humano.
Se desconoce casi todo sobre el hombre de Ojo Guareña pero podemos suponer que practicaba algún tipo de rito en el interior de la cueva. Además de una importancia científica, Ojo Guareña tiene un interés religioso porque ha sido lugar de culto desde los primeros tiempos.
En algunas salas como la de las Pinturas y la de la Fuente de la cueva de Sotoscueva hay pintados un caballo negro en el momento de ser lanceado o apresado con un lazo (podría ser un caballo losino), ciervos, cabras, un mamut; líneas de triángulos; en la roca hay raspados animales extraños, a menudo monstruosos, violentos, con grandes cuernos y fauces abiertas. Algunos parecen insectos; otros hojas.
En la cueva de Kaite, sobre una colada, hendida en la pared, con una línea suave y precisa hay dibujada una cierva que representa una muy primitiva maternidad animal. Se trata de la silueta de un cuadrúpedo que lleva otra silueta igual más pequeña grabada en su interior, en su tripa. Los dibujos de Ojo Guareña desconciertan y, como todo el arte primitivo, se abre a múltiples explicaciones. Se ignora la razón exacta de esos dibujos pero hoy, miles de años después, podemos interpretarlos acordes a una cultura artística.
En otra sala, unos individuos prehistóricos que se adentraron en la oscuridad de la cueva dejaron marcadas sus pisadas para siempre. Nada sabemos de aquella expedición humana. Pero en el entorno de Sotoscueva todo nos conecta con la prehistoria.
Fuente: De Burgos
Fecha: 21/06/2009
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