Han pasado doscientos años desde que Champollion incluyó el nombre de Hatshepsut en la genealogía de los reyes de la dinastía XVIII y aún hoy su figura posee un halo de misterio. Tras décadas de estudios dispersos sobre esta faraona, que gobernó Egipto durante 22 años (1479-1458 a.C), los egiptólogos Francisco J. Martín Valentín y Teresa Bedman aportan ahora, con la publicación de Hatshepsut. De reina a faraón de Egipto (Esfera de los Libros), una nueva perspectiva sobre una mujer que ha sido encasillada en la ambición y las ansias de poder.
Después de seis años al frente de la Misión Arqueológica Española del Proyecto Sen en Mut (TT 353) en Deir El Bahari, Martín Valentín y Bedman han dado forma a una historia, la de Hatshepsut, que no siempre ha sido bien entendida y que no ha estado exenta de las interpretaciones entre quienes la han estudiado. Desde finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, la historia de esta faraona ha sido objeto de varias publicaciones, escritas en su mayoría por hombres y bajo el prisma cultural de la inferioridad femenina. En el caso de la biografía que ahora presentan Martín Valentín y Bedman, esta óptica cambia. "Nadie hasta ahora había incidido en por qué una mujer trata de hacerse faraona en Egipto, algo muy raro y especial", comenta Martín Valentín, también director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.
Después de seis años al frente de la Misión Arqueológica Española del Proyecto Sen en Mut (TT 353) en Deir El Bahari, Martín Valentín y Bedman han dado forma a una historia, la de Hatshepsut, que no siempre ha sido bien entendida y que no ha estado exenta de las interpretaciones entre quienes la han estudiado. Desde finales del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, la historia de esta faraona ha sido objeto de varias publicaciones, escritas en su mayoría por hombres y bajo el prisma cultural de la inferioridad femenina. En el caso de la biografía que ahora presentan Martín Valentín y Bedman, esta óptica cambia. "Nadie hasta ahora había incidido en por qué una mujer trata de hacerse faraona en Egipto, algo muy raro y especial", comenta Martín Valentín, también director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.
Una mujer de principios
Con la idea de dar una explicación "no alternativa pero sí más profunda, razonada y verosímil", las páginas de la biografía elaborada por estos egiptólogos analizan a Hatshepsut, una de las tres mujeres que, en 3.000 años, fueron "rey de Egipto". Hija de Tutmosis I y de la esposa real, la reina Ah-Més Ta-Sherit, debió conformarse con casarse con su hermanastro Tutmosis II para cumplir con la legalidad. La corta edad de éste facilitó su avance hacia el preciado trono, legitimado, según las referencias históricas, el día 29 del segundo mes de Peret del año II del reinado de su padre cuando el oráculo del gran dios tebano le comunica que será reina-faraón. La ruptura de la tradición no fue aceptada por sus contemporáneos y de ahí que fuera tildada de ambiciosa y tirana. El resultado fue una campaña orquestada por Tutmosis III para borrar de la memoria su legado y su persona.
Pero, ¿quién fue entonces Hatshepsut? Martín Valentín la define como una mujer "inteligente, agraciada, muy curiosa, una gran estadista y con instinto político". Según el egiptólogo, "comprendió la situación de Egipto al prescindir de las campañas militares y fomentar el dominio comercial y cultural". Asimismo, añade, "reafirmó la presencia femenina, heredada de las mujeres del principio de la dinastía, para transmitírselo a su hija [Neferu Ra] con la idea de crear una rama femenina que tuviera la misma importancia que el rey, al que respetaba".Así pues, el objetivo de estos egiptólogos ha sido intentar explicar el personaje justificándolo en su comportamiento, sin obviar ese movimiento emprendido por las mujeres de la dinastía XVIII que encontró en Hatshepsut el cúlmen al convertirse en faraón y reinar durante un periodo en el que no hubo pérdidas territoriales, las cuentas marcharon bien y se impuso la paz.
Con la idea de dar una explicación "no alternativa pero sí más profunda, razonada y verosímil", las páginas de la biografía elaborada por estos egiptólogos analizan a Hatshepsut, una de las tres mujeres que, en 3.000 años, fueron "rey de Egipto". Hija de Tutmosis I y de la esposa real, la reina Ah-Més Ta-Sherit, debió conformarse con casarse con su hermanastro Tutmosis II para cumplir con la legalidad. La corta edad de éste facilitó su avance hacia el preciado trono, legitimado, según las referencias históricas, el día 29 del segundo mes de Peret del año II del reinado de su padre cuando el oráculo del gran dios tebano le comunica que será reina-faraón. La ruptura de la tradición no fue aceptada por sus contemporáneos y de ahí que fuera tildada de ambiciosa y tirana. El resultado fue una campaña orquestada por Tutmosis III para borrar de la memoria su legado y su persona.
Pero, ¿quién fue entonces Hatshepsut? Martín Valentín la define como una mujer "inteligente, agraciada, muy curiosa, una gran estadista y con instinto político". Según el egiptólogo, "comprendió la situación de Egipto al prescindir de las campañas militares y fomentar el dominio comercial y cultural". Asimismo, añade, "reafirmó la presencia femenina, heredada de las mujeres del principio de la dinastía, para transmitírselo a su hija [Neferu Ra] con la idea de crear una rama femenina que tuviera la misma importancia que el rey, al que respetaba".Así pues, el objetivo de estos egiptólogos ha sido intentar explicar el personaje justificándolo en su comportamiento, sin obviar ese movimiento emprendido por las mujeres de la dinastía XVIII que encontró en Hatshepsut el cúlmen al convertirse en faraón y reinar durante un periodo en el que no hubo pérdidas territoriales, las cuentas marcharon bien y se impuso la paz.
Mayordomo en la sombra
Pero no lo hizo sola. Sen en Mut, su preceptor, tuvo mucho que ver. Convertido en uno de los hombres más poderosos de la corte real, fue la sombra de la reina. Arquitecto de profesión y encargado de erigir el templo de la reina en Deir El Bahari, supervisó todas sus decisiones y administró sus bienes. Pese a su origen modesto, gozó de privilegios que aún hoy desconciertan a los egiptólogos, como, por ejemplo, hacerse esculpir en los templos junto a la reina. Detalles que han llevado a muchos estudiosos a coincidir en la posible relación sentimental entre ambos.
Es tal la importancia de este personaje, que su estudio es fundamental para entender la figura de Hatshepsut. Así, la misión de Martín Valentín y Bedman en su hipogeo (capilla o edifico subterráneo construido por Sen en Mut) ha dado como resultado hallazgos sorprendentes. Localizado en las zonas aledañas al templo de la reina, la investigación del equipo español se topó con que esta construcción había sido excavada en función de la capilla Hat-Hor, en el interior del templo de la reina. Martín Valentín lo explica: "Desde el fondo de la tumba en la tercera cámara del hipogeo hay que imaginar un eje hacia arriba que encaja, 268 metros hacia el exterior, con el punto medio de un par de ojos en la capilla de esta diosa dentro del templo". Un descubrimiento, comenta, "capital y, como tantos otros, casual".
Aunque es vital el estudio de una tumba para adentrarse en el análisis del personaje, también es trascendental el hallazgo de su momia. La de Hatshepsut fue identificada en 2007 tras tiempo en el Museo de El Cairo sin que nadie se percatara, mientras que la de Sen en Mut sigue siendo un misterio. Aunque se ha puesto en marcha el estudio de una momia anónima encontrada en 1881 y que podría encajar con la fisonomía de este personaje, no hay ninguna conclusión todavía al respecto. "Su hallazgo no cambiaría la historia pero sí permitiría sacar del anonimato la momia de esta figura trascendental", comenta Martín Valentín. Las pruebas de ADN harían el resto. "Se compararía la carga genética con las momias de sus padres, que fueron halladas en los años 30, y se podría dar con su identidad", añade. "Es obligación de la egiptología recuperar no sólo los restos de la momia, sino de los templos para completar el puzzle", sentencia esperanzado.
Fuente: El Imparcial
Fecha: 27/06/2009
Pero no lo hizo sola. Sen en Mut, su preceptor, tuvo mucho que ver. Convertido en uno de los hombres más poderosos de la corte real, fue la sombra de la reina. Arquitecto de profesión y encargado de erigir el templo de la reina en Deir El Bahari, supervisó todas sus decisiones y administró sus bienes. Pese a su origen modesto, gozó de privilegios que aún hoy desconciertan a los egiptólogos, como, por ejemplo, hacerse esculpir en los templos junto a la reina. Detalles que han llevado a muchos estudiosos a coincidir en la posible relación sentimental entre ambos.
Es tal la importancia de este personaje, que su estudio es fundamental para entender la figura de Hatshepsut. Así, la misión de Martín Valentín y Bedman en su hipogeo (capilla o edifico subterráneo construido por Sen en Mut) ha dado como resultado hallazgos sorprendentes. Localizado en las zonas aledañas al templo de la reina, la investigación del equipo español se topó con que esta construcción había sido excavada en función de la capilla Hat-Hor, en el interior del templo de la reina. Martín Valentín lo explica: "Desde el fondo de la tumba en la tercera cámara del hipogeo hay que imaginar un eje hacia arriba que encaja, 268 metros hacia el exterior, con el punto medio de un par de ojos en la capilla de esta diosa dentro del templo". Un descubrimiento, comenta, "capital y, como tantos otros, casual".
Aunque es vital el estudio de una tumba para adentrarse en el análisis del personaje, también es trascendental el hallazgo de su momia. La de Hatshepsut fue identificada en 2007 tras tiempo en el Museo de El Cairo sin que nadie se percatara, mientras que la de Sen en Mut sigue siendo un misterio. Aunque se ha puesto en marcha el estudio de una momia anónima encontrada en 1881 y que podría encajar con la fisonomía de este personaje, no hay ninguna conclusión todavía al respecto. "Su hallazgo no cambiaría la historia pero sí permitiría sacar del anonimato la momia de esta figura trascendental", comenta Martín Valentín. Las pruebas de ADN harían el resto. "Se compararía la carga genética con las momias de sus padres, que fueron halladas en los años 30, y se podría dar con su identidad", añade. "Es obligación de la egiptología recuperar no sólo los restos de la momia, sino de los templos para completar el puzzle", sentencia esperanzado.
Fuente: El Imparcial
Fecha: 27/06/2009
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